22/2/13
[Des]Ilusión
Ger:
¿Qué haces? ¿Será que te pasa como a mí y
andas recordando nuestra última conversa? No lo sé, y admito que me gustaría
saberlo. Aunque a la vez no. ¿Y si solo soy un iluso de mierda? ¿Si es solo a
mí a quien le hace efecto esta magia? No he dormido bien, de hecho no he
dormido en 24 horas y seguramente eso justifica éste tipo de cursilerías. Y parece
mentira que es tu presencia perenne e invisible la que mantiene despierto.
Es increíble como el corazón puede permanecer
frio y quieto por tanto tiempo, con leves espasmos de energía, y de repente
volver a latir con todas su fuerzas. Esa es tu magia, o la mía, depende de cómo
nos convenga ver las cosas; y pensar que solo tenemos días conociéndonos y
pareciera (a mi) que tuviéramos años presentes en la vida del otro. Si, lo sé, lo que comienza rápido, rápido
termina pero ¿Qué importa? La vida es
dinámica y sorpresiva, te lleva por el medio
sin saberlo… así como sin saberlo se me metió tu mirada en el alma, y
tus locuras se mezclaron con las mías. ¡Es que hasta la cursilería se me
despertó y anda dando brincos por todos lados como una histérica! Y lo peor es
que no me importa.
No sé porque escribo esto, pero qué coños, y
no sé si lo leerás, tampoco importa, tampoco sé si todo se acabará hoy, con esta carta choreta que solo sirve de
excusa para confirmarte que mis
fastidios, mi eterna preguntadera y mis risas constantes es porque estás ahí,
por esa magia que se me pegó tan violenta e inexorablemente, tan colorida e
imposible.
Si Ger, esta carta es para decirte cuan
alegre está mi alma. Son las 8:30 am, y siento que esta alegría durará el resto
el día.
Dix
20/02/2013
[Des]Ilusión II
Ger, sí, ¿qué ladilla verdad?, soy yo otra
vez:
Mañana nos veremos, y estoy hecho un mar de
nervios. Me llamaste pesimista por decirte que soy feo, que tengo miedo de que
pase lo de siempre: no ser el suficiente físico para que la química importe. Tengo
miedo que todo esto sea solo un sueño, a que cuando termine el día me quede con
esa amarga sensación de haberme
estrellado… aunque hoy me hayas prometido todo lo contrario.
Pero no importas Ger, seas de verdad o de
mentira, tengo el corazón listo, a toda máquina para cualquier golpe o
caricia que pueda recibir. Total, ya he
aprendido a jugar con ese fuego incontrolable que te nace del corazón y te
llena la cara con sonrisas pendejas y corazoncitos flotantes a causa de una
ilusión… y valido tanto la pena.
Son las 11:00 pm y debo dormir, pero no hago
sino dar vueltas y por eso heme aquí, escribiendo,
pensándote y temblando… volviendo a pensarte y temblando otra vez ¡qué nervios
señor! es que hasta la lucidez la tengo apagada desde hasta mañana cuando
quedamos en vernos.
Si Ger, me ilusioné con una utopía imposible.
Hoy me siento arropado de incertidumbres, y a
lo mejor mañana me arropará igual porque aunque estés a pocos milímetros de
distancia, vas a estar tan lejos de mi como lo estoy yo de tu corazón, y deja
de decirme que si lo estoy, porque ya sabes que soy pesimista y tengo una visión
del mundo más coherente. Ojalá mañana
pueda estar seguro que algún día podre tenerte entre mis brazos.
Voy a dormir Ger, a soñar con quien sabe qué,
a dejar volar todas estas boberías a ver
si mañana puedo controlarme un poco. Mañana te veré y seguramente sonreiré y
luego volaré lejos perdiéndome en tus ojos y… ahí va otra vez la señora cursilería
a tomar un airecito. Hasta mañana pedazo de locura, y no te preocupes por mi porque
hagas lo que hagas, estés donde estés, siempre te llevaré conmigo, es que un
buen recuerdo no se olvida, y menos olvidas algo que te hace temblar todo tu
mundo. Mañana te veré y sea lo que sea que tengas para mí, te llevaré como un
pedacito de cielo, de esos que a veces caen en tu camino para recordarte que
siempre se podrá luchar por algo mejor. Que siempre habrá algo hermoso en la
vida para cada uno.
Dix
20/02/2013
[Des]Ilusión III
Ger:
¿Ves? Te lo dije, no son cosas mías, los
pesimistas tenemos una cosmovisión un pelo más real del mundo, sin pasiones imposibles de argumentar. En la carta
de ayer, la que escribí con el alma llena de estrellas y corazones, te dije que no esperaba que todo fuera
perfecto, no esperaba que te volvieras
adicto a mi mirada, o a mis labios, o a mis chistes… y me dijiste (sin saber de
la carta) que no debería ser tan cruel conmigo mismo. ¡Y cuánta razón tienes! Porque
hoy te conocí, y dejé que te metieras en
mi corazón. Aunque sé que yo no estoy en el tuyo.
Supongo que alguien debería venir y golpearme
cientos de veces hasta que entienda que soy un idiota, supongo también que esta
carta será tan patética como una mala canción de pop británico. Pero lo diré,
con toda propiedad, y asumiendo lo que
tenga que asumir:
ME QUEDÉ FLECHADO YO SOLO.
Pero
lo malo de ser flechado es que la herida sangra cuando la flecha cae al
suelo y se rompe, y hoy cuando vi la herida vi tu mirada, y tus ojos no decía
nada, y las promesas de que nada malo pasaría
no dijeron presente esta vez. Y así, de pronto, lo que se había llenado
de estrellas ayer, hoy estaba consumido por un hueco negro. Y hablamos tanto,
como siempre, pero no me mirabas, te reías y no me sentía contigo. Cuando te
despediste todo comenzó a oscurecerse (aquí voy con la maldita cursilería, la
única que puede explicar lo que siento) pero dentro de todo eso, aun por muy
negro que esté sigues estando tan nítido, tan presente.
Pero sigo aquí, haciendo el ridículo,
tratando de sacar todo lo que me está ahogando por dentro, tratando de olvidar
que al final de todo, eres como los demás. Pero ¿qué importa verdad? Tú no eres el que cae mientras te desangras
por amor, porque tu simetría facial y tus ojos encantadores no te dan chance de
sentir la caída, tu hermosura no deja
que comas el polvo que levantas cuando te desplomas. Porque al final siempre
pasará lo mismo, tu seguirás sonriendo y el mundo seguirá sonriendo para ti, y
yo me iré borrando, hasta que algún día seas solo un recuerdo y pueda burlarme
de ti, cuando tenga fuerzas de burlarme de mi nuevamente. Y seguirá muriendo la
vida, y seguiré lamentándome como el niño que sigo siendo. ¿Ves? Te lo dije, no
confío en el mundo porque él no me enseñó a creerle, no íbamos a escribir una
historia de amor porque no era su turno,
me tocaba vivir la película de terror primero para soportar la del drama
después. Te lo dije varias veces y me llamaste tonto, sabía que no eras para mí,
pero quise creerte porque desde hace tanto tiempo no me sentía tan vivo… que
patético soy, lo sé, pero siempre he pensado que no importa cuánto dure la
felicidad, hay que entregarse a ella. Y contigo, aunque fueron solo pocos días
y me ilusioné yo solo, fui feliz.
¿Ves? Te lo dije, no son cosas mías, yo sé
cuando voy a estrellarme, y así es cuando más se disfruta, así es cuando menos dura el
dolor.
21/02/2013
10/1/13
COLORES MUERTOS
Nuestro apartamento estaba enclavado en medio del tercer
piso de aquel mugroso edificio de alquileres baratos, llegamos allí arrebatados
por los impulsos de la rebeldía, con ese peso morbosos de saber que nadie
aceptará nunca a dos hombres enamorados. Fuimos felices porque luego de dos
días durmiendo entre basureros al fin pudimos pasar la noche a solas; drenando
los instintos primitivos que nuestras ganas nos exigían. Y las noches se iban
en un ir y venir de besos coloridos, de miles de corazones hechos de un gel
carmesí que regábamos por todo el pequeño hueco que teníamos como hogar; y se
nos iban las mañanas enteras bajo la ducha, recorriéndonos con manos resbaladizas
y olorosas a jabón barato. Buscábamos por todos lados qué comer, hasta que al
fin uno de esos días me dijiste que te ganarías nuestra vida en un bar de mala
muerte, y yo quise también ganarme nuestra vida en un cuarto insípido y blanco
mandando paquetes a otros países. Dormíamos encima de unas finas sábanas, en el
suelo, y nos arropábamos con los brazos del otro, y nos quedamos sin comer el
día que compramos un catre pequeño y oxidado, quejumbrosos de tantos años
encima, para dormir más cómodos, y decidiste que fuera pequeño porque entre tus
brazos sobraba espacio para mi, y otro espacio más quedaba de un lado del
catre. Dormíamos con Piaf y su Hymne a
l'Amour y a veces me cantabas No me
quitte pas y eras mi Jacques Brel. Eras mi himno.
Eras mi toda vida.
Durante varias semanas nos íbamos a pie
hasta nuestros empleos porque me regalaste un caballete y varios lienzos, y
llené las paredes de cuadros blancos que poco a poco fueron naciendo de universos
inimaginados, paisajes, rostros y formas que nacían de mis manos mientras las
tuyas me acariciaban, o me sostenían porque me desdibujaba con cada pincelada;
y a ratos el parto se interrumpía por improvistos besos que nos lanzaban a otro
mundo, al mundo de ese oxidado catre que quedaba pequeño a tantas ganas. Ganas
que se fueron muriendo en algún punto del viaje, en el punto donde comenzaste a
soltar mi mano y me dejabas a solas con un lienzo blanco que terminaba por
invadirme, dejando manchas y trazos a mitad de parto, dejando colores mezclados
regados en el piso. Dejando para siempre manchada mi alma de colores muertos
Luego
comenzaste los días recordándome que debía botar el caballete, que estaba viejo
y sucio, como tus ganas de vivir, como los manchones de sangre que dejaron los
corazones de gel carmesí tras su muerte. Es que lo sabíamos de sobra, y todo lo
que sabíamos lo callamos y lo único que en realidad no supimos fue cómo
decirlo. Tres años después supe de qué color era la noche, porque me cegaba de
lágrimas cuando se apagaba la luz del cuarto y nada más brillaba entonces, solo
el faro naranja y los ruidos de ese mundo del que tantas veces huimos, y donde ahora
tantas veces intento anclar el espíritu buscando dónde sostenerme.
Porque
resulta que el espacio que sobraba a un lado del colchón cabía perfectamente
entre nosotros.
Edith cantaba en las noches el himno de una
patria muerta y se perdía entre las grietas de tu corazón que ya no me amaba,
que ya no se resbalaba por entre mis manos con olor a lavanda cada mañana. Y se
me secó el alma cuando la brisa entró de golpe por la puerta esa mañana cuando
te fuiste, habíamos llegado a nuestras vidas sin nada más que besos, hambre y
un bolso con trapos viejos. Y así mismo te fuiste, con la mirada y el corazón perdido
en otro sitio y yo buscándome en ese cuarto que de pronto me pareció tan grande.
Y así
fue como quedé a solas con Jacques, cantándote por todos los rincones que no
voy a llorar más, que no voy a hablar más. Que me quedé a solas con lienzos manchados
de colores muertos.
3/12/12
Miserias
Hoy las
arpías susurran tus secretos
Te
marchitan el rostro lleno de tierra
Encharcan
tus ojos de estiércol
De
mentiras
De
miserias.
La
noche baila sin pudor en tus pupilas
Allá
donde ella misma se confunde
Donde
se pierde en la negrura
Donde nacen
tus angustias
Tus
miserias.
Tus
ojos grandes y curvos llenos de nada
Tu cara
pálida y larga revela tu hastío
Tu piel
amarilla y seca
Áspera,
enferma, hedionda
Abrazada
por tus miserias.
Tu
lengua viperina se alza por encima de tu alma
Y el viento
trae consigo aires de muerte
El aire
es tu hálito arrastrado por el viento
Desde
tus labios hasta la muerte
De tu
espíritu muerto, de tus miserias.
¡Entonces
ve querida!
Junta
tus pies con el azufre del infierno
Vete al
diablo vestida de blanco
Él
comerá tu carne podrida, tus ojos vacíos
Él
comerá tus miserias.
De tus rosas negras.
Hundo
mil espinas al mismo tiempo
Y al
mismo tiempo tus besos
Llenos
de alegría
De
nostalgias
De
tardes tristes
De nada.
Me
hundo mil espinas al mismo tiempo
Y la
flor que arranca lágrimas a destajo
Que las funde con la soledad
Que
caen en mi alma
Y se
lanzan al vacio.
Me
puedo hundir mil flores
Mil espinas
Mis berrinches,
mis dolores.
Abrazo
tu recuerdo como ángel
Que se
hunde en un torbellino de luces
Que
enceguecen, que marean
Que confunden
Que lo
llevan a lo oscuro
A la
cueva del lobo
Al nido
de la víbora.
Lo
cierto es que el veneno se hunde entre mis besos
La
desolación arrasa con mi alma
Se
pudren las flores
Se
queman las espinas
Pero no
se marchita tu recuerdo.
Mientras
muestro esta mueca de tristeza
Mi cara
se tuerce de repugnancia
Mis
ojos despuntan al cielo
Mi
espalda besa la cama de rosas
De tus
rosas negras
Las de
mil espinas
Que
escupen
Que me
envenenan el alma
Que me
borran de tu mente.
26/11/12
Demonios y Condesas
Liechtenstein, 1830
Cuando
el goteo de la lluvia comenzó a caer sobre el tejado, Mátrima sintió un leve
temor, miró de soslayo a ver si alguna presencia se había manifestado pero no,
no había nadie y eso la hizo sentir más tranquila y por un
segundo olvidó que desde hace varios años, y de forma repentina, el miedo más
inquietante se le metía en el alma, si
es que acaso ellos tienen alma.
24
años atrás el Sacro Imperio Romano Germánico fue invadido, ella estuvo ahí, fue
la primera vez que masacraba gente a mansalva y se complacía de ello. Las razones
políticas de aquellos días le interesaban, pero pasaron a un segundo plano
cuando se sintió hambrienta, consciente de su naturaleza. Ese día Mátrima entró
a una casa viejísima, aparentemente deshabitada, y buscaba incesantemente
familias enteras para comer, el hambre la convirtió en una bestia indomable, frenética,
poderosa. Pero cuando entró en aquella casa de la mala suerte, atravesada de
lado a lado por tumbas y cercas negras, se encontró con la soledad misma, el
silencio habitando íntegramente en aquella estancia sin velas, sin ventanas. Sin
saberlo había llegado a su destino.
Consumida
por el hambre y la desesperación, Mátrima se sintió burlada, se dio media vuelta
dispuesta a irse pero el susurro de su nombre la detuvo. Su rostro pálido
mostraba la expresión malsana de la gula, de una bestia temible y envuelta una
brutalidad asesina, potente. Una brutalidad igual de potente como la voz de
aquella mujer que la llamó. Mátrima,
baja, al cuarto de las clavellinas, baja pronto, y llevada por quién sabe
qué fuerza bajó, atravesó cientos de cuartos y pasillos enmarañados y encontró una
gran puerta de caoba, negra y tallada con cientos de diseños de claveles; en
las paredes de piedra habían antorchas a medio iluminar y le costó un rato
encontrar la forma de abrirla, lo logró pero adentro todo estaba oscuro. Pronto
no habría más oscuridad.
-
¿Es ésta la bestia que tomaste por rehén, Florian? – era la voz nuevamente,
venia de la nada, de la oscuridad del sitio.
-
Calla un momento, Eleonora, calla y observa.
Y en
medio de la negrura, al final de lo que parecía un inmenso muro, una silla de
estilo imperial se iluminó desde arriba con un tenue resplandor de velones
blancos, mal puestos en una lámpara de oro desvencijado que colgaba del techo; el
príncipe Anton Florian, vestido de gala para la ocasión, miró
serenamente a Mátrima, que no podía creer lo que veía. Anton la señaló, para que
fuera hacia él, pero otra silla a su lado se iluminó también con el mismo
resplandor y una mujer delgada y alta, blanca, vestida de negro con adornos de huesos
satinados de la misma negrura, con ojos dorados y amenazantes se opuso.
-
Que esa bárbara ni se acerque, me repugna tanta idiotez.
-
Venid, Mátrima – dijo Anton,
abriendo los brazos de forma paternal y afectuosa, se levantó y llegó
Mátrima hasta él, estaba tan cerca… de
sus ropas se desprendía el aroma del vino tino, el lugar estaba oscuro pero
ellos refulgían como seres olímpicos en medio de la nada.
-
Tú… - y la hambrienta dejó caer su cuerpo sobre Anton.
La
seda, el olor a vino y la dulce fragancia de los cirios que impregnaban el aire se
escondieron en Mátrima, y se calmó por primera vez en su corta vida inmortal.
Anton acarició suavemente sus cabellos, deleitándose con cada hebra tocada y
apartó sus risos dorados del cuello, mordió con suavidad y dulzura; luego todo
quedó a oscuras nuevamente.
Pero
todo estalló en sangre y gritos, fuego y dolor; en medio de la sala había decenas
de cadáveres y agonizantes hombres desnudos, algunos mutilados, otros decapitados a diestra; niños
y mujeres por igual compartían el mismo pozo de sangre y semen infinito que discurría
por entre las lozas de piedra, que los bañaba con su fetidez. La maldad estaba
allí mismo, reposando incesantemente sobre todos ellos, y sobre aquellos otros inmorales que comían, veían y reían
mientras saciaban su eterna sed, ¿eso es
lo que quieres Mátrima? Escuchó, ¿quieres convertirte en una zorra neurótica y estúpida?
Tú eres mí elegida, y una mano huesuda y blanca la tomó por la cara, apretándola
con fuerza; tú no eres salvaje, no eres como ellos, tú, Mátrima Wildwar, vas a llevar
el infierno en tu alma como lo llevamos nosotros pero con dignidad, te vas a
revolcar en el mismo pozo de porquerías igual que ellos si no tomas el control
de ti…
¿Dónde
estás Mátrima? ¿Dónde?
Y
mientras se difuminaba la voz en su pensamiento, una gran luz iluminó la
claraboya de la sala, una bola de fuego hizo polvo los cristales y por poco
aplasta a Mátrima. Todo estaba en tensa calma, a medio iluminar y las tumbas
estabas intactas bajo sus pies. Al fin había luz y sabía dónde
estaba. Y todo estaba bien… todo estaría bien de ahora en adelante. Pero no había
tiempo de pensar tonterías, Francia estaba atacando con todo su ejército y habían
llegado hasta el bosque, encontraron la casa rodeada de tumbas y avanzaron
destrozando todo a su paso. Pobres imbéciles, pensó Mátrima, como si eso es
suficiente para ganar. Subió hasta la
parte trasera de la colina con rapidez y huyó hacia el bosque, estaba todo
lleno de humo, de olor a pólvora y una neblina tenue se acentuaba con el paso
de los minutos. Atrás quedaba su herencia, un ejército de inmortales
sepultados, por ahora, bajo escombros que el tiempo protegerá celosamente. Pero
falta tanto para ese día...
Mátrima
entendió entonces el valor de su naturaleza, la sabiduría milenaria que le corre por la sangre. Entendió entonces el
poder de Anton, capaz de llegar hasta ella en cualquier momento. A pesar de que
ella misma lo vio morir años atrás pudo tenerlo cerca, pudo reconocer su olor,
su pasivo carácter de agua mansa que arrastra con todo cuando se enfurece, por
eso le teme a Anton, el más viejo de todos después de su padre, que había probado
el elixir de la inmortalidad de la mano del mismísimo Caín.
La lluvia danzaba alegremente sobre el tejado, no es
nada, tranquila, pensó Mátrima.
22/8/12
Carta a Alex.
Verás, Alex, te escribí esto con cariño,
pensando en que deseo transmitirte un poco de tantas cosas que me haces sentir,
pero sé que esto no lo tomarás en cuenta, o no te importa qué sé yo; lo cierto
es que esta carta la escribo de corazón, letra a letra, y te escribo así, con
un poco de tristeza, porque no tengo
otra forma de hacerlo, solo me dejaste esa sensación de haberme estrellado tan
solo por querer decirte cuán importante eres para mí. Te quiero felicitar así,
por una carta, porque no puedo hacerlo como quisiera, como a veces sueño que
pasa, que es estando contigo para sentir que respiras cerca de mí, para sentir esos nervios como los
que me asaltan cuando estás ahí, conectado, y solo me queda conformarme con tu
foto puesta al lado de tu nombre en una ventana de conversación virtual. Hoy es
tu cumpleaños y tendré que decirte esto por internet, abatido y con
esa molesta sensación de que hice algo mal, como ya se me hizo costumbre. Hoy
no podré verte y darte un abrazo para poder acercarme a ti y, muy cerca de tu
oído, susurrarte ¡Feliz cumpleaños!
Este día todos te desearán lo mismo, tal vez uno que otro se salga de la
rutina y te diga algo original, pero yo no vengo a desearte nada, no hace falta que venga a desearte éxitos,
porque sé que tú mismo los buscas y los logras; tampoco te desearé bendiciones
porque tu ya estás bendito y eres la luz
de tus familiares, de tus mejores amigos y también, aunque suene exagerado y no
lo creas, eres una luz que me ilumina cuando te pienso, cuando me siento y
deseo con ganas poder cambiar tantas cosas del pasado para poder sentir que aún
tengo la oportunidad de algún día poder extenderte mi mano y ofrecerte un lugar
junto a mí, para siempre. O por lo menos intentar ese “para siempre”.
Pero esos temas ya están hablados y aclarados, no vengo a profundizar mi
tristeza, hoy solo vine a regalarte este pequeño mensaje para felicitarte,
también para decirle a Dios que le agradezco mucho que te haya enviado a este
mundo para que te haya conocido, porque eres una de las cosas más maravillosas
que tengo en mi vida. Y que me hacen sentir. Discúlpame si a veces explota mi
mal carácter, o no soy lo que deseas, pero siempre pongo lo mejor de mí para recordarte, o al menos brindarte una sonrisa. Una sonrisa
que me esmero tanto en devolverte porque tú me dibujas una cada vez que te conectas y tengo la
oportunidad de decirte “te quiero”,
porque no sé si mañana pueda hacerlo. A veces la vida nos lleva por el medio y
nos quedamos sin decir muchas cosas.
Por eso vengo a decirte FELIZ CUMPLEAÑOS, a celebrar por ti, por otro
año más y para poder dar gracias al cielo de que tengo 365 días más para no perder la fe de estar contigo algún
día, para no dejar de luchar por salir
de esta pantalla que no me da la felicidad completa y poder tener frente a mí, celebro
por otros doce meses más para pensarte, para imaginar lo que se sentiría
fundirme en tus ojos, en tus labios, o simplemente fundirme en un abrazo largo para
llenarme de paz entre tus brazos; por eso es que vengo a celebrar contigo, por
ti, por todo lo que me has hecho sentir, por esta tristeza que no vale la pena
pero que la siento con gusto porque sé
que la merezco, por cada palabra tuya que ha bastado para alegrarme el día.
Feliz cumpleaños Alexander y brindo por ti, porque vales mucho para mí, porque
me gustas desde el día que te conocí, por todo y por nada, porque aún tengo canciones para dedicarte y
muchas más sonrisas que devolverte. Feliz cumpleaños y ¡Salud! Gracias por
existir en mi vida.
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