13/5/11

Por tercera vez.


     El reloj de las siete de la mañana sonaba con odiosidad sobre la mesita de noche. Había un vaso de agua y unas píldoras de somníferos al lado de la lamparita azul que siempre estaba encendida: a Jean no le gusta dormir con todas las luces apagadas. Solo pasaron dos minutos antes de que se levantara de la cama, apagara la alarma, y se metiera en el baño. 


       Se lavó la cara con agua fría para luego secarse  el mar de gotas. Con el paño en las manos salió del baño y  fue cuando vio a  Eduardo que estaba en la cama, en el otro extremo y sin ropa. Jean no lograba recordar claramente que había pasado, minutos después fue que asumió que había metido la pata por tercera vez desde que él terminó con Eduardo.