27/7/11

Me voy al infierno ¿y?

       Hace pocos momentos me tropecé, para mi desgracia, con un discurso “celebre” del actual papa Benedicto XVI. El discurso, aparte de ser la misma vulgaridad escolar típica de las autoridades de la iglesia, tocaba el tema más aburrido y trillado que estos seres pueden tocar. La homosexualidad.

     Según el señor  Ratzinger, todos los que son homosexuales irán al infierno por “practicar la homosexualidad”. Aja, y ahora yo me pregunto, ¿Cómo es eso de practicar la homosexualidad?  ¿Acaso creen que la homosexualidad es algo que se practica como se puede practicar rugby o waterpolo? Me sabe a mierda que cualquier autoridad o católico fanático sin raciocinio coherente se altere al leer esto, porque hoy me dio la gana de agarrar el discurso mediocre y marginal del maricón mayor de roma y pasármelo por… allá donde ustedes ya deben saber.

       Entre otras babosadas que dijo el señor este (y le digo señor por no decir cosas peores) está el hecho de que “no se puede apoyar la cultura gay” y aclaró varias veces (casi al punto de esquizofrenia) que eso incluye ver películas gays, ir a manifestaciones gays, ver páginas web gays, apoyar discursos gays, etc. Al fin tienen propiedad de decir algo, sabemos perfectamente que tanto aborrecen la cultura gay porque es obvio que a mucho de ustedes les gusta y los hace pecar, les excita ver a sus niños sentados en sus entrepiernas mientras meten sus manos debajo de sus interiores y demás cochinadas vistas por todo el mundo a lo largo de la historia.

      También afirmó que “las relaciones homosexuales interfieren en las relaciones del hombre y la mujer” a ver, explíquenme algo, ¿ser gay activa automáticamente la frustración de las parejas heterosexuales? No; entonces no hay que ser un sabio para darse cuenta que eso fue solamente el más rancio de los prejuicios. Ahora me pregunto: ¿hasta qué punto la misma iglesia sataniza todo discurso que vaya en contra de su cuadrada y anticuada moral? Sin contar que jamás he oído un discurso oficial donde se condene el asesinato de personas transgéneros, o la discriminación a las personas especiales. De seguro eso se oirá el día que maten a un cura maricón que se le ocurrió violar a un niño y salga usted, señor Nazinger, a condenar los actos en contra de los suyos. ¿Y los de nosotros que? ¿No somos dignos de respeto por ser abiertamente lo que usted en secreto es?

      La iglesia ha usado el catecismo para marginalizar la cultura de los pueblos, esto es evidente cuando leemos discursos acerca del “pecado” que representa el condón. Señor Nazinger, ¿no se ha paseado usted, por mera cultura general, por las realidades de las sociedades latinoamericanas? ¿No ha hecho usted uso de esa capacidad de raciocinio tan deforme para pensar, aunque sea un poco, que en Latinoamérica eso que plantea es imposible? La iglesia nos margina y nos hunde al más profundo de los huecos de la ignorancia y después pretenden culparnos a nosotros por ello. Por favor, vivimos en una cultura que necesita educación sexual, no discriminación sexual.

      Vivimos en una sociedad donde no se educa a la gente ni se les enseña el control sobre su vida intima. La falta de educación ha hecho que las muchachas de ahora salgan embarazadas de cualquier imbécil que las enamore. Y en estos casos donde la educación es prioridad y responsabilidad única y exclusiva de cada padre (no se puede criticar a ningún gobierno por esto porque ellos no son responsables de educar, pero sí de fomentar los medios para dicho fin) la única vía factible y la que da mejor resultado es la educación sexual y la promoción del uso del condón para las relaciones sanas. No me venga con sus teorías baratas de dios porque no creo que nuestro padre quiera semejante mal para nosotros. Ya suficiente deshonra tiene con que su iglesia este en manos de un ejército de viejas locas reprimidas. Sin contar que la iglesia lanza al celibato a los hombres, privándolos de necesidades naturales y humanas como son las relaciones sexuales. ¿Ustedes mandan a sus padres y cardenales a que se  repriman, y después los condenan por haber cometido actos sexuales? A claro, llegaremos un día a decir que beber agua es pecado y castigaremos a los que no soporten vivir sin ella.

      Las autoridades de la iglesia suelen censurar sin moral. Deberían tomar su censura y su falsa moral y hacerla un rollito y meterlos por allá donde ustedes y yo sabemos que va eso. Deberían acostumbrarse a la idea de que todo en este mundo es debatible. Nada esta decretado como verdad absoluta. Ni si quiera mis humildes argumentos sacados del pensamiento más lógico y básico que cualquier humano tiene. Pero si tengo propiedad de decir que hay cosas que, definitivamente, dan tanto asco que hasta el dueño del burdel más horroroso se horrorizaría al ver los actos que ustedes mismos no han sabido ocultar. Porque hasta para ocultar las cosas son ¡PÉSIMOS! ¿No entendió señor Nazinger? Simple, su discurso es pura basura sin lógica.

    Por eso no me importa ir al infierno señor Nazinger, porque yo sé hasta donde su discurso homofóbico y marginal blasfema acerca de la realidad donde vivimos. Usted puede mandarnos al demonio si quiere, puede juzgar todo aquello que no cabe en su cuadrada y “santa moral”, pero lo que soy yo prefiero vivir sin hacer daño y consciente de mi vida, que estar aplaudiendo discursos fuera de lugar y que solo reflejan la maldad insanas de sus lenguas viperinas y pedófilas. Al menos todo el mundo sabe que soy gay y no ando por ahí vestido con sotana y violando niños inocentes o seduciendo mujeres débiles para después ocultarlo hipócritamente delante de la sociedad. Eso téngalo por seguro.

    Volviendo al tema de la “práctica homosexual” creo que ya entendí. Eso de practicar la homosexualidad es como las felaciones que sus niños les practican mientras la sociedad se hace la tarada y no ve lo que tiene enfrente. ¿No? Claro, así entiendo mejor las cosas. Para despedirme solo diré que si algún día llega a leer esto, señor Nazinger, no espero su respuesta. Simplemente no me importa. 

Sushi para cenar (Epilogo de "Padre he (mos) pecado"



 “Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos:
Es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo.”
Franz Grillparzer

     Para Alejandro, el tono dorado de la habitación le angustiaba; le causaba melancolía. Los rayos de sol dibujaban grandes sombras en la pared, como si fueran demonios que venían a llevárselo por sus culpas. En un sillón de cuero marrón oscuro, al lado de la mesita de la sala, estaba tirada la sotana como un símbolo de que estaba a punto de renunciar a Dios. Los días anteriores a este fueron particulares, Alejandro llamaba “particular” todo aquello que le acontecía en su vida: hasta una servilleta rota en medio de la sala era algo “particular”. Pero todo aquello que era su vida tenía mucho de esas particularidades, todo se desdibujaba a cada segundo. Cuando se levantó esta mañana sintió como la vida le pesaba como una losa gruesa y odiosa de mármol sobre la espalda.  

     Su amor era turbio y lo sabía, su enemigo seria el mundo y eso también lo sabía. Pero esta vez era distinto; los ocres del sol reflejados en su habitación le llenaban el alma de tristezas pasadas, de dudas, de melancolías. Por segundos su calma agonizaba  y su tenue sonrisa se torcía en una mueca de tristeza. En esos momentos, para él, Dios no cabía en esa habitación bañada por el incierto. Lo que si ocupada gran espacio era el recuerdo de ese amor que llegó de repente, en la forma más explosiva y peligrosa que él jamás hubiese imaginado. No llegó como otros: con un leve tropiezo en una calle, o con un gesto de amabilidad que cruza los ojos de los futuros amantes. ¡No!, eso se lo dejaba a las novelas. Alejandro nunca creyó que el amor llegaría y por eso decidió a los 19 ser sacerdote. Ya han pasado diez años y al fin el amor le llegó de golpe. Torciéndole la inocencia de repente, llenándole el alma de la sensación de peligro que solo siente alguien que debe enfrentar su destino y es en contra del mundo. 

     Cuando tenía diez y seis años quería estudiar diseño,  siempre quiso algo que lo relacionara con las imágenes. Siempre tuvo claro dos cosas: que él quería ser el mejor diseñador y que sus padres jamás debían enterarse que era homosexual.  Todo eso cambio el día de la graduación de bachiller y en la fiesta, que fue en casa de Andreina, se pasó de tragos  y terminó en la cama con uno de sus amigos. La vida le cambió cuando sus padres, al enterarse por chismes y cizaña de los demás, le obligaron a tomar el sacerdocio como segunda opción. La primera era un internado en un país ajeno y con gente desconocida. Ese fue el inicio del sepelio del Alejandro que una vez quiso vivir. Se dedicó a enterrar su verdadero ser, a estudiar finanzas sin quererlo. Así pasaron doce años y, un día, en una iglesia cuando estaba recién cambiado de parroquia, conoció a Daniel. La historia ya es conocida.

    Los ocres fueron pasando a naranjas y los naranjas a azules oscuros. Ya la ciudad brillaba con su magia artificial. A Alejandro se le pasa la vida en cada segundo, en cada respiro, en cada pensamiento que iba a ningún lado. Por eso tomó el teléfono, llamó a Daniel y le propuso una cena en el centro comercial.

    Eran, más o menos, las siete y media. El centro comercial quedaba a pocas cuadras y Daniel ya venía en camino. Solo faltaba una sola cosa: vivir. Por eso antes de salir Alejandro tomo su sotana, la dobló y la metió en una bolsa negra. Al llegar a planta todo rastro de pasados confusos y decisiones equivocadas quedaron reducidos a cenizas, metidos en el conteiner de la basura. Subió las escaleras, entró  a su apartamento, tomó las llaves y dejó su pasado abajo, ardiendo en llamas entre la basura donde debió estar desde hace años. Esa noche fue la primera de su nueva vida, de su verdadera vida. Fue la primera de muchas noches que cenaría con un plato se sushi y los besos de Daniel al borde de su boca.

Padre (he) mos pecado III

III
Nervios

“Pero ahora me sonó a cosa mala y llena de pecado.
 Me dio miedo y, sin embargo, ansiaba observar de cerca
Su trabajo maligno.”
James Joyce


    Pues sí, así fue como pasó. Una historia loca y absurda. Pero ya estoy aquí, en la misa. No quería  venir,  pero sentía la necesidad de hacerlo (no sé por qué).  Mientras lo veo ahí, dando la misa, no hago sino pensar en todo lo que pasó (obviamente no voy a estar pendiente de la misa) todo iba de maravilla hasta que de repente, por arte de magia, comenzó  el show, ¿se acuerdan?¿ Donde nos quedamos al principio?: Saúl había entró a la iglesia de la manera más llamativa posible y empezó a gritarle a todo el mundo que él y yo habíamos estado juntos y bla bla bla… habrase visto que ahora estén divulgando mis intimidades en plena iglesia, como si a dios le interesara lo que hago. La gente se alarmó, como era de esperarse, y comenzaron los insultos y los improperios. La suciedad (por no decirle sociedad) tiene la mala costumbre de creer  los chismes como  si fueran leyes universales e inmutables de algo acontecido. O ¿Me van a decir que no? ¿Cuántas veces no hemos estado sujetos a soportar la estupidez-elocuencia de los más interesados en un chisme?

    Saúl pues estaba decido a deleitar a la audiencia con un buen chisme (¡y que chisme!) pero no resulto mucho que se diga: me dijo, muy ingenuamente; “¿y ahora que harás? Ya la gente de la comunidad lo sabe”.  Toda esa hilera de babosadas me las dijo con marcada ironía, y ese fue el peor de sus errores. Para irónico yo, para chocante yo, y para destructor de personalidades YO. Y triste por él, porque si bien es cierto que mande al infierno mi relación por una noche, eso no le da derecho a hacer espectáculos en público.  ¿La gente que se cree? ¿Que yo voy a avergonzarme de mis actos solo porque lo diga en público? ¡Ja!, por favor. Por si su síndrome de estupidez no se lo permitía le recordé lo obvio del asunto: “claro que lo saben, gracias a tu gran bocota…” Me intento hacer sentir mal diciéndome: “¿no te da asco acostarte con un cura?”. A lo que le dije: “si no me daba asco besarte, menos me dará asco esto”.

      Su mirada fue de odio. Calculé que mínimo me quería crucificar en medio de la iglesia por profano.   Sin embargo, para calmar los ánimos mi super cura bajó e intentó aplacar las aguas... Cosa que no logró. El problema fue más allá de todo aquel revuelo momentáneo. Saúl fue a la comisaria y hasta la emisora local (afiliada al gobierno que va en contra de cualquier cosa que sea católica) y la noticia llegó a oídos de organizaciones católicas (estúpidas) que van en contra de todo aquello que está mal (no entienden) y es pecado (que es lo mismo decir: es lo que no les da la gana de tolerar). Al final todo se convirtió en una lucha mediatica. Para mi sorpresa yo le daba fuerzas y, extrañamente, él a mí. Todo se estaba convierto en algo más que una noche.

    Después de tantos días de espectáculo todo había pasado. Sin embargo yo siempre iba a visitarlo a su casa. Ya habíamos decido que hacer, bueno él, yo había asumido que quería quedarme con él. Las cosas ahora irían mejor. Sin contar la fama que nos ganamos gracias a Saúl, todo lo que acontecía fue bonito, hasta perfecto diría yo. El dejó el sacerdocio y resultó ser más interesante de lo que yo esperaba. Cuando se quitó sus preocupaciones de encima comenzó a revelarse más como él mismo y no como el hombre atrapado dentro de sí. Descubrí que tenemos gustos similares: le gusta leer como a mí. También le gustan los cuentos de Kafka, Poe, Brench, Cortazar. Comemos sushi todos los fines de mes. Retomó su trabajo de asesor financiero en la empresa de diseño de su mejor amiga y yo empecé a trabajar. Y lo más importante, aceptó su homosexualidad. Un gran paso, sin duda. Como es lógico, mi abuela no quería ni verlo (ni verme tampoco), pero al final acepto medio a regañadientes y ahora de vez en cuando me visita. Todavía no tenemos planes de vivir juntos. Él tampoco me lo ha propuesto. (Menos mal, tampoco iba a sacrificar mi juventud por alguien así. ¡Menos mi juventud!)

    Esta historia no tiene moraleja, al menos no con una intención marcada y definida por un tipo de pensamiento filosófico o metafísico. Lo que si tiene es sinceridad. Siempre he dicho que dios hace las cosas por algo, siempre obrando de manera misteriosa. (Parezco católico hablando así). Aunque esta historia es corta y se lea en solo minutos, lo que pasó ocurrió durante varios meses. Los cambios verdaderos llegan de repente y solo lo notas cuando ves que la vida está en otro nivel, cuando sientes tu alma en otra parte más iluminada y fresca dentro de ti. Así me siento ahora. Y así se siente él: Sin rencor, sin vergüenza por obrar mal (bueno si, la noche que ocurrió todo no debimos hacerlo en el suelo) y sobre todo, sin temor de lo que pueda pasar. Por eso trato de vivir todos los días como si fuera el último, aunque suene a autoayuda barata.

     Nunca deberíamos tener miedo de hablar, de actuar, de ir en busca de eso que te llena. Sin hacer mal obviamente. La gente debería abrir el corazón a la vida, a los detalles, a las cosas que de verdad llenan el alma. No me refiero a que me llena el alma estar de corruptor de curas, no, hablo de vivir en función a aquello que dios te pone en las manos para que lo uses en tu vida. Hablo de aquello que llaman “satisfacción”. Las mejores historias empiezan de la manera más inconcebible posible. Siempre el destino tendrá un inicio distinto para cada día de tu vida. Aunque siempre veamos el mismo sol, no todos los días brilla igual.  Hay que vivir la vida pero sin cegarnos por la felicidad. Recuerdo que él mismo me dijo: “Si nadas lejos, perderás de vista la arena y cuando no la puedas pisar lo más seguro es que, llegará un momento, en que la necesites”. Cuando recuerdes eso en tu vida entenderás porque a veces la vida se entrelaza de manera extraña, se interpone en tu camino como quien se tropieza una flor hermosa en medio de una tormenta. Lo mejor de todo es que cada día trato de disfrutar  hasta los más mínimos detalles. Porque de estrellas pequeñas y brillantes es que se ilumina  la oscuridad del universo.

Padre (he) mos pecado II

II
EL DELICADO ROCE DE TUS DEDOS

“Yo cometí el delito de inventarte una estrella,
Y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.”

José Ángel Buesa


    Me dio sed y estaba en bóxer, así que la idea de bajar a la cocina no me agradaba mucho. Hacía calor y tenía una leve capa de sudor por todo el cuerpo. Me levanté, y cuando iba a salir vi mi silueta, a oscuras; en el espejo. Siempre me gustó la curva que se forma al terminar mi espalda con mis nalgas. A pesar de no tener cuerpo definido, me gustaba la delicada forma de mi pecho, de mis manos cuando tomaban el contorno de mis muslos. Por eso mi novio era Saúl. Blanco, delicado, ojos verdes y cabello negro. Por esa parte soy el  ser mas plástico que hay sobre la tierra. Pero ese no es el punto…

    Bajé descalzo, la madera del piso estaba fría y me hacía temblar por segundos. Vi la luz de la luna iluminar el camino hacia la cocina. La sed me estaba matando poco a poco. Abrí la nevera y tome la jarra de agua, me arrepentí y tomé la de jugo de naranja. Amo el jugo de naranja. Me desvivo por el jugo de naranja. Desayuno con jugo de naranja, almuerzo con algún refresco, pero ceno con jugo de naranja. Seguí pensando cosas estúpidas y fantasiosas que lo incluían a el y que solo a un insomne como yo se le puede ocurrir…  hasta que escuche una voz dulce que me sacó de mi mundo mental. Era él. “vaya, parece que no soy el único que tiene sed esta noche” me dijo.  Su voz sonaba casi inocente, sin pecado. O era yo que estaba idealizando al pobre mortal que estaba en frente de mí. Estaba en shorts por cierto, como si no fuera suficiente tentación de verlo sin franela. No pude evitar no ver sus piernas, su cuerpo.  (Lógicamente) se dio cuenta. “creo que estás viendo para donde no debes”  Me dijo. Le pregunte  por qué no debía y me dijo “porque no deberías verme con deseo, soy un siervo del señor y eso es pecado.”

    Pecado, pecado, pecado, bla bla bla, ya se iba a esmerar en su discurso moralista. Quien me manda a estar provocando a un padre. De seguro comienza con toda la charlatanería barata de dios y los homosexuales. Si dios odia a los homosexuales, que no se queje. Él lo sabe todo y de seguro sabia que existiríamos. Entonces que no se queje. O ¿no lo sabía todo después de todo?  Si es así, no es tan omnipresente como todos piensan, pero bueno, eso es otro tema.  Antes de que comenzara a balbucear estupideces le dije que no lo veía con deseo, es solamente que algo me atrae en él.  Como si fuera poco todo aquello, muy humilde él me pregunto: “Si no lo sabes, entonces ¿por qué lo haces?”. Por un momento pensé que iba a manipularme, o a escupirme toda su moralidad barata de padre que les hace creer a todos que son perfectos y dignos que el resto de la galaxia, pero no. Sentí que quería excusas para entenderme. Ya la charla estaba aburrida, tanto que hasta sueño me estaba dando.

Le dije que me parecía  raro que estuviésemos hablando en la cocina, yo en bóxer y él en short. Me dijo: “Tienes razón, deberíamos hablar en otro sitio. ¿Qué te parece atrás, en el patio?”. Salimos de la cocina y fuimos al patio. Era ideal para hablar porque estaba techado y solo la parte delantera dejaba un poco de espacio para que entrara la luz de la luna. Yo me senté en el sofá-cama que estaba medio abierto y él en un banco al lado del sofá. Me comenzó a preguntar que por qué era gay, que si había tenido novias o alguna experiencia con una chica. Le dije que no. Le conté que descubrí mi orientación a los doce años, gracias a un amigo y a una circunstancia que no viene al caso. Mientras hablábamos no pude dejar de mirar sus piernas, sus ojos, y sobre todo su boca. Para mi inesperada sorpresa, cuando mire entre sus piernas, vi como tenía su mano derecha metida ahí y parecía acariciarse con cada palabra que le decía. No lo podía creer.  

Del susto solo se me ocurrió preguntarle: “¿Qué haces?”. Creo que fue demasiado estúpida la pregunta, sin embargo lo pregunté  porque  de repente, sin darme cuenta, sentí miedo. Parecía otra persona, otro hombre que no era el que estaba hace horas hablando con tanta humildad… solo me dijo: “Estoy confesándote lo que has querido oír desde hace días.” Ya había entendido todo: todo lo que había visto de él, era solo una ilusión.  Por mucho que lo pienso ahora, no fue ni tan malo; yo me había enamorado de un hombre sexy no humilde. Esa ruptura tan brusca de inocencia no fue nada del otro mundo, ya tenía lo que quería ¿no? le dije: ¿Por qué? Si se supone que eres cura y no deberías”. No me respondió. Solo se quedó fijamente viéndome por unos segundos y después dijo: “Lo que no debería es hacer esto”.

     Lo que vino después fue un beso largo y apasionado. No podía creerlo, no podía reaccionar de todo aquello. Sentí el delicado roce de sus dedos por mis brazos, por mi pecho, por mis piernas. Todo pasó rápido, todo fue confuso. Sentí que aquella noche aburrida se había convertido en algo que, al final, tenía miedo de afrontar. Pero qué carajo, ya estaba hecho. Ya había provocado a aquel hombre por varias horas y era lógico que pasara esto. Y digo lógico porque es evidente que  se dejó seducir. No contaré lo que vino después, no es tú problema; pero si puedo decir es que aquella noche jamás lo olvidaré. Nos prometimos un secreto de confesión esa noche.  Él no se entregaba al señor, se entregaba a mí. Me sentí tan basura por sentir que le robaba algo a dios. Esa noche fue mágica, erótica, desenfrenada y oscura. Hacíamos el amor bajo una noche sin estrellas.  “Padre, tengo algo que confesarle”,  Le dije con el éxtasis ahogándome las venas. ¿Qué será hijo mío?” me dijo susurrándome al oído. Sentí tanta pasión recorrer mis venas que solo llegue a decirle: “Hemos pecado”.

     Pero toda la magia de esa noche oscura terminó de repente. Saúl, mi novio, tenía la mala costumbre de entrar por el único espacio medio ancho del patio. Fue idea mía, lo confieso, pero esa vez no fue agradable. Llegó justo en el momento cuando él y yo estábamos entrando en calorcito otra vez. Su cara fue de una sorpresa poco usual en él que, por lo general, es seco (y hasta he llegado a pensar que ni un orgasmo lo hace sentir).

     No daré detalles porque es fastidioso describir lo que el retardo metal puede hacer en una persona como Saúl, pero lo qué si diré es que a pesar de mi marcado cinismo me sentí la peor basura del mundo. Precisamente por ser así nunca me rodee de muchos amigos, o de gente en quien confiar. Saúl, aparte de ser mi novio desde hace tres años, era mi amigo;  Y por el capricho de un simple cura me di cuenta que había mandado todo a la mierda. 

Padre (he) mos pecado I

I
SANTO CINISMO
“He cometido el peor pecado
Que uno puede cometer. No he sido feliz.”
Jorge Luis Borges


    Y allí estaba  yo otra vez, sentado en el último banco de la iglesia, viendo como daba su misa así, tan tranquilo; como si nada hubiese pasado. A  veces  pienso que dios me castigará por cínico y no por mis pecados carnales. Durante la misa no dejé  de verlo;  tan lindo, tan sereno. Todo era casi perfecto  hasta que apareció Saúl de repente y, en plena misa, se le ocurrió abrir su gran bocota y armar tremendo escándalo.

     Todo viene al caso porque días atrás, cuando salía de hacer un trabajo para la universidad, se me ocurrió la idea de ir a tomarles fotos a los santos de cierta iglesia (la cual no nombrare) que queda cerca de mi casa. Hice lo posible por pasar desapercibido para que no me prohibieran usar la cámara, pero me pillaron.  Estaba justo al frente de la Virgen Dolorosa cuando sentí una mano en mi hombro y una voz que me dijo: “disculpa hijo, pero no puedes usar cámaras en la iglesia”. Está demás decir que no tenia donde correr o meter la cabeza para que no se me notara la vergüenza,  pero me voltee y muy amablemente me iba a disculpar pero no lo hice. No sé qué fue, o como fue, pero lo cierto es que no pude mover media célula de mi cuerpo. Cuando vi quien tenía frente a mí, supe que mi libido no estaba tan muerto como yo pensaba. Era el nuevo cura que había llegado a la parroquia. Bueno eso creo porque jamás lo había visto en la iglesia, de hecho no veía  a nadie ahí porque nunca voy a ese lugar pero ese no es el punto.

     El punto es que en ese instante me quede sumergido en sus ojos color miel y en su boca rosada. Con los 29 años que le calculé era el hombre más sexy y tierno que jamás había visto. Ya sé lo que sintieron Adán y Eva al estar tentados a pecar con los ojos de dios encima de ti.  Después de un breve momento reaccioné, le pedí disculpas e intenté explicarle que las fotos eran para un trabajo de la universidad (cosa que era absolutamente mentira) y con eso pensé que me salvaría de un sermón de esos que siempre se la pasan dando sobre la honestidad, el amor y bla bla bla. Lo cierto es que iba en retirada cuando oí: “si necesitas alguna información puedo dártela,  con gusto te ayudaré”.  Por un momento, y creo que tengo el deber de decirlo, apelé a la honestidad y decirle que “no lo necesitaba y que  gracias”, pero no.  Solo se me ocurrió decir una sola cosa: “si usted se ofrece a ayudarme, créame que no me negaré”. Pensé que después de esa directa mínimo iba a recibir una maldición o que me expulsaría de ahí y me llamaría hereje o qué sé yo, pero no fue así…  ya  a los cinco minutos estaba en su despacho (si es que se le puede decir de esa forma).

      Comenzó a preguntarme que para qué eran las fotos, le inventé que era para una materia llamada Formación Humano Cristiana (que la odio cabe acotar) y tenía que tomarle fotos a los santos para una lamina de la exposición que me tocaba. Me creyó y por un instante pensé que estaba en algún tipo de trance o algo extrasensorial que le impedía captar que todo aquello era una gran mentira. Solo quería estar con él, por alguna razón quise hacerlo y no quería irme. No sin antes darle al menos un beso (muy soñador yo ¿no?).

     La conversación estuvo aburrida los primeros cinco minutos. No le veía sentido estar ahí, esperando a que un cura (nada más y nada menos)me lanzara una señal o me diera la oportunidad de poder hacer algo más. Me sentí hasta mal conmigo mismo y pensé: “Verga Daniel, que de lo último, te quieres tirar al cura. Desgraciado. Dios te dejará sin pipi y serás pasivo toda tu vida por abusador. Además, no eres un niño, olvídate que te hará algo”. Todo eso hasta que al fin me decidí y le dije: “padre, le confieso que estoy aquí porque usted me atrae, su boca me está tentando a pecar y no quiero faltarle el respeto.”  Después, para hacer el paro le agregué: “discúlpeme, pero me voy, no quiero tener problemas”.  Y así fue como salí y no volví a pisar más nunca la iglesia. Bueno, más nunca no, la pise sino a los dos días.

      Eran como las seis de la tarde, mi novio Saúl tenía ya media hora de haberse ido.  Todavía recordaba cada instante que pasé con el cura en el despacho. Tenía ganas de ir a verlo, pero no podría con la vergüenza. Tocaron la puerta, y como mi abuela estaba en misa (es Católica fanática de esas que se asustan con cualquier cosa que no encaje en sus dogmas retrógrados y arcaicos) pensé que era Saúl pero, para mi grandiosa e increíble sorpresa, era el cura de mis fantasías acompañado de mi abuela.  Ella siempre va a esa iglesia y el nuevo cura fue invitado a la cena de bienvenida organizada por la comunidad.  Me sorprendí mucho cuando lo vi, de hecho me sorprendió todo. Durante la cena tenía un motivo para mostrarme amable y servil con el club de chismosas de la cuadra, léase amigas de la iglesia  de mi abuela, pero solo para estar cerca y hablar con él. La noche pasó sin mayores detalles, casi ni me hablaba. Pero como dicen por ahí, las cosas pasan por algo. Pero bueno, sigo:

      La reunión terminó (al fin) y debido a lo segura de mi zona (estoy siendo sarcástico) todo el mundo tenía que irse temprano.  Él, al parecer,  vivía más lejos y  se quedó por petición de mi abuela. Yo, como era de esperarse, eché por la poceta todo rastro e ideología acerca de la moral y las buenas costumbres. Mi abuela le dio el cuarto de huéspedes (que gracias al universo estaba al lado de mi cuarto) y ya, al menos,  estaba más comunicativo. Hablaba con mi abuela y también me incluía en las charlas, pero de manera inocente. Si no me gustara pensaría que es un idiota por tratar de incluirme en sus charlas religiosas que jamás me han interesado. Pero era él, y cualquier excusa era perfecta para sumergirse en sus ojos. Pasado un (buen rato) todos nos fuimos a dormir... Bueno “todos” no, yo me quede despierto dando vueltas en la cama. No hacía sino pensar en cómo olería de cerca, en lo suave de sus labios, en lo retorcido de mi momento sacrílego de la noche.  Definitivamente estaba loco y desquiciado para estar en esas por un padre, por un mortal más que aunque este vestido de negro, sigue siendo un cuerpo que siente, que desea y que estaba ese día por algo en mi casa, al lado de mi cuarto y yo con ganas de ir a visitarlo. Claro, tendría que ser demasiado tarado para cometer semejante estupidez, así que, como todo cobarde, deseché la idea. Me rendí, no haría algo que fuera en contra de mi valores. Creo que, en el fondo, le temo a lo sagrado; A lo que nunca conocí.

Buscando a la mamá de Chupi I

     En una casa de dos pisos, de madera y con una gran ventana con escaleras en caracol, yace en el piso Chupi. Huérfano, sin madre, sin una gota de colita en su ser; el recorrerá toda la ciudad hasta llegar a la bodega donde fue engendrado y encontrar a su madre.

I
    Eran las tres de la tarde de un día caluroso; ya las gotas de sudor empezaban a bajar por su frente cuando, en medio de la confusión, Chupi abrió sus ojos. Abandonado por algún niño hambriento y caluroso, yacía en ese desierto de concreto;  vacio, triste y sin colita congelada que ofrecer. Sin embargo, y luchando contra cualquier destino, contra cualquier heladero cruel y barato de esos que están afuera de los colegios, el aún seguía con fuerzas para levantarse de entre los cadáveres de Cri cri y Papas Rufles que yacían a su lado. Sin embargo, la memoria de chupi había sido absorbida junto con su colita y no recordaba casi nada de nada…  ni de que sabor era. ¡Pobrecito!

-¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? ¿Quién soy? No recuerdo nadita, bendito sea el Don Ais, Necesito saber quién soy, donde está mi madre. O al menos saber de qué nevera fui sacado. 
     Pero el destino le tenía preparada una sorpresa, una carta con la cual podía ir a buscar ese eso que inconscientemente sabia que debía encontrar…

-Chamoooo!!! Un chupi chupi que habla, weon
.y tú ¿Quién eres? 
-ah mucho gusto menol, soy Yonaibel .

     …Chupi había encontrado al que sería su mejor amigo, su guía, su mentor y su más pegajoso e insalubre compañero. El moco tuky Yonaibel.

-Mucho gusto, soy Chupi. ¿Por casualidad sabrás donde es la fábrica de Chupi Chupis? Estoy aquí solo, abandonado y sin colita. Deseo buscar a mi madre.
-Noo menol, tas hablando con el pran vale. Yo tengo el número de un pana que trabaja allá. Si quiere lo llamo y te acompaño a buscar a tu pure. ¿Plomo?

     En la cara plástica y rotulada de Chupi se dibujo una sonrisa de esperanza, un esbozo de felicidad. Al fin, destino cruel parecía sonreírle a este pequeño chupi de cinco bolos. Sus pequeñas y pocas gotas de agua de chorro saborizadas de colita que quedaban en su ser  se llenaron de alegría. 

     Y así, en medio del perreo capitalino, el sucio de las aceras de esta insalubre ciudad y el paso de transeúntes gigantes, Chupi y Yonaibel empezaron el recorrido que cambiará para siempre sus vidas. 

Buscando a la mamá de Chupi II

II
     A dos cuadras más abajo de donde empezó nuestra desdichada y común historia, se encuentra la avenida La Cuna. Paradisiaco lugar en la capital donde converge la más variada fauna de seres extraños y sexualmente activos. A veces, como humanidad, no tomamos en cuenta que debajo de nuestros pies hay otros mundos, otras historias y otros seres luchando contra el destino. El mismo que desde ya se encargaría de conspirar en contra de Chupi y de su misión de encontrar a su madre.

-menol , púyalo polque esto por aquí es bandera y le ronca el guaguancó pero bello ¿oyo?
-¿porque? ¿A qué te refieres?
Y de repente, el destino le jugó una mala pasada… O mala presente, porque eso paso ahí mismo.
-mira moco, tú, dame el teléfono chamo, dame el teléfono.
-por eso te dije púyalo menol, por eso. Aquí roban bandera. Ya va chamo toma, pero no le hagas nada al menolsito ¿sí? Que el pobre se quedo sin vieja y la está buscando, no nos hagan nada. Toma chamo, toma.
-piren de aquí pues, piren de aquí.

     Chupi y Yonaibel estaban a merced del hampa, de la inseguridad microscópica de aquel mundo.  A veces me pregunto, ¿Que sería de ellos si fueran de nuestro tamaño?  Si vivieran aquí entre nosotros. Si tuvieran que agarrar camionetica en la Baralt, o agarrar metro para ir a sus casas. ¿Se imaginan un moco gigante entre nosotros?
-mira menol, de pana dale chola porque hasta el narrador ta burde jeva ahí todo filosófico.

-pero ¿A dónde iremos?
- no se menol, yo tenía el numero de la rata esa que es pana mío en el teléfono chamo, ¿ahora como hacemos?
-no lo sé, pero mira, un afiche.

     Chupi acababa de descubrir que la vida no era tan cruel después de todo. Había visto una revelación, una señal, un destino que seguir. En el teléfono público que tenia al frente estaba pegado un afiche pequeño, discreto, sucio y roto, donde se anunciaba el espectáculo de una mujer que Chupi recordaba perfectamente.
-la recuerdo, la recuerdo. Ella es mi madre.

 -¿tas seguro menol? Si es así muévela bicho que yo sé donde es eso. 

Buscando a la mamá de Chupi III

III
     A los pocos minutos de que nuestros amigos Chupi y Yonaibel, el moco, fueran atracados en la avenida La Cuna, ya estaban rumbo a Banana Grande en metro. Hacía mucho calor por que el aire acondicionado no servía y mucha gente entraba como animales desbocados a los vagones.

-Berro chamo, aquí hace bulde calor ¿oyo?
- ya quiero llegar a Banana Grande para conocer a mi madrecita. Estoy muy ilusionado.
- aaaaaaaaayyyyy valeeee… ¿chamo tú no serás raro por casualidad?
-¿qué es eso de raro? Yo lo que sé es que tengo mucho calor también.
-bueno mira, ahí viene uno de esos tipos que venden cosas en el metro. Ese diablo es pana mío, él vende de todo.

     Efectivamente, en el metro se habían encontrado a un pana, bicho, perro o rata, como sea que le llamasen; amigo de la infancia de Yonaibel.

-buena taldes dama y caballero, señora y señore, niño y niñas, damas y damos. Nosotros somos un grupo de jóvenes estudiantes que salimo a la calle a vendé honestamente estos deliciosos y nutritivos refrescos por el módico valor de diez bolo. En una panadería tradicional le costaría once pero hoy tenemos oferta especial por ser el día de los limpiadores de pasamanos del reformatorio de dónde venimos.

     Esas palabras de oferta sonaron como música de heladero en los delicados oídos de nuestro amigo Chupi.  Pero ya era la hora de bajarse y no podían. Al llegar a la estación  Banana Grande nuestros amigos se disponían a  bajarse, pero mientras lo hacían, una turba de gente los empujó otra vez para dentro del vagón  y tuvieron que dar la vuelta en la próxima estación.

     Ya en la calle, nuestros amigos cruzan el boulevard de Banana Grande. Yonaibel y Chupi van entusiasmados y alegres al saber que Chupi por fin podrá conocer a su madre. No sin antes, atravesar otra dura prueba del destino.

-alto ahí ciudadanos.
-berro chamo, la policía espacial de los Sapos marranosos que disparan rayos laser líquidos.
-¿la qué?
-cedula ustedes dos, pónganse en la pared con las manos arriba. Tú carajito, el chupi chupi, ¿cómo te llamas?
-Chupi señor.
-bien bello. ¿Tú crees que soy payaso o qué? Yo se que eres un chupi. ¿O crees que yo soy tu tío Don Ais? Y tú mocoso, dame tu cédula.
-no menol pero ¿que fue pue? Yo no tengo nada de droga en ningún bolsillo.
-ay vale, este pajarito cantó solito. Agárramelo ahí Rolo Negro, que este va pa la jaula rapidito.
   -no por favor señor, no se lleve a mi amigo moco. Él es el único que sabe dónde puedo encontrar a mi madrecita.

     Aquellas palabras tan desgarradoras y llenas de sentimiento, llenaron el corazón del policía de un sentimiento paternal  que jamás había sentido… pero por pocos segundos. Después, volvió a ser la plasta que todos suelen ser.
-deja la mariquera carajito. Y donde trabaja tu mama si se puede saber.
-en el bar La Barata, y no sé dónde queda. Por favor, no se lleve a mi amigo moco.

     De nuevo parecía que el destino se había ensañado con Chupi, así como esos heladeros que venden todo más caro y se molestan cuando no les compras. Pero una vez más, las cosas cambiarían y la vida volvería a sonreírle a este pequeño pedazo de plástico que una vez estuvo lleno de colita.
-alto ahí, corrupto policía marranoso que dispara rayos laser líquidos. Soltad a ese pequeño.

-y más o menos ¿tú quien eres si se puede saber?
 - ¿es que no me reconocéis? Soy la heroína de esta ciudad.
- ¡a verga! Otra drogadicta más.
-nada de drogas policía marranoso que dispara rayos laser líquidos, soy Cachapatrónica.
-¿Cachapa qué?- preguntó Chupi con algo de desconcierto.
-trónica.
-chanfle.

     La guardiana de la justicia capitalina había aparecido delante de ellos. Fuerte, inteligente y más macho que un hombre con bigotes; Cachapatrónica había llegado para ayudar a Chupi. Lo que no sabían nuestros desafortunados amigos, es que en realidad ella era la nariz de Nicole Kidman disfrazada de Cachapa.
-huid amigos, huid que yo me encargare de estos corruptos sapos marranosos que disparan rayos laser líquidos. ¡Huid!

-corre chamo, corre. Deja que la machorra esta le zampe duro a los pacos esos. ¡corre!

     Cachapatrónica comienza un enfrentamiento colosal con los pacos, pero al ver que son mayoría, decide ayudar a Chupi y a Yonaibel a escapar y a encontrar el bar La Barata. 

Buscando a la mamá de Chupi IV

IV
     Mientras los sapos marranosos que disparan rayos laser líquidos perseguían a nuestros empavados amigos, a Cachapatrónica se le ocurrió la mejor idea que ha tenido en su lésbica existencia.

-tengo un plan amigos, venid por aquí. Bajemos a la otra cuadra y llegaremos a salvo al bar La Barata. Venid.

     Nuestros tres amigos, hombres todos, esquivaban los rayos laser líquidos que disparaban los sapos marranosos que disparan rayos laser líquidos mientras corrían cuadra abajo; al llegar tomaron rumbo al centro comercial El Perreo. Dos cuadras antes de llegar ahí encontraron por fin el antro, perdón, el bar La Barata. Pero antes, el destino tenía preparada otra jugada aún mucho peor que las anteriores. Sin darse cuenta, cuando entraron en la esquina del bar, encontraron la calle llena de gente. Hombres besándose con hombres, y mujer con mujer, y mujer con hombre, y hombre con mujer, y lo mismo en el sentido contrario. En medio de la aglomeración de gente, la tragedia se abría  paso por entre las plumas: Yonaibel había sido pisado por unos tacones fucsias de un hombre con peluca morada.

-mi amigo está muerto Cachi, mi amigo está muerto. NOOOOO!!!!!
-¿y porque vos me decís Cachi?
-porque Cachapatrónica es muy largo. Te digo Cachi por cariño.
-¡ah! Ok…  Pero sigamos, los sapos marranosos que disparan rayos laser líquidos deben estar cerca y no pueden encontrarnos.
-pero, mi amigo, qué pasará con mi amigo Yonaibel.
-ya es tarde chicuelo. Dejadlo ahí, pisado en medio de las plumas. Algún día moriría igual o en manos de un niño que seguramente hubiese jorungado su nariz y lo hubiese digerido. Ya no hay forma de remediar el destino.
-está bien, sigamos Cachi. Ya estamos cerca del bar La Barata y al fin podre encontrar a mi madrecita.

     Atravesando la marea de gente, de pasivas y demás; Chupi y Cachapatrónica al fin llegan a la puerta del bar La Barata. Al intentar entrar, el vigilante les pide la cedula. Cachapatrónica hace uso de su influencia y pasan. Adentro, el mundo parecía de colores. 

Buscando a la mamá de Chupi V

     V

     La música a todo volumen aturdía los delicados y plásticos tímpanos de Chupi. Mientras, Cachapatrónica movía sus masculinas influencias para llevar al chico a los camerinos. En donde se encuentra su madre.

-esperadme aquí chicuelo, yo sé cómo llevarte a ver tu madre.
-¿y qué harás Cachi?
-¿queréis ver lo que Cachapatrónica hace por la justicia? Esperad aquí y observad. Aquel vigilante es la clave para dejarte pasar.
-pero no te dejara pasar tan fácilmente, ¿o sí?
-no, para eso haré uso de mis múltiples personalidades masculinas.

     De color moreno, alto y con cara de Pitbull mezclado con pastor alemán, el vigilante kleiderson no permitía la entrada de nadie ajeno a los camerinos. Era la zona más protegida del lugar y donde se encontraban todos los artistas fabulosos y divinos que aquel antro, perdón, bar; ofrecía cada noche. Y Cachapatrónica lo sabía perfectamente.

-háblame Kleider, ¿que lo que?
-Cachatron, ¿tú por aquí?
-verga güevon, te he dicho mil veces que es Cachapatrónica, ¿o no te arranca el CPU para procesarlo?
-ya pues mami, no te montes la peluca. ¿Qué cachapita te trae por aquí?
- necesito una segunda tuya marico. Vine con un pana y vamos pal camerino porque se lo voy a presentar a la Poderosa para que lo contrate. Yo sé cómo se pone él cuando ve a alguien nuevo, pero tengo todo listo.  ¿Plomo?
-dale pues, pero arranca rápido antes de que me vean y me llamen la atención. Mueve esas plumas lésbicas que llevan encima y entren rápido.

     Cachapatrónica le indicó a Chupi que pasara. En ese momento nuestro amigo sintió como cada célula plástica de su empaque se estremecía de nervios. Ya estaba cerca el momento de la verdad.  Chupi pasó junto a Kleiderson con cara de patico regañado, pero no se dejó intimidar por su cara de Pitbull con Pastor Alemán, y sigo su paso. Rumbo a los camerinos, donde se encontraba su madre.

     La entrada era un poco colorida. Había afiches de cantantes como  Mandona, Floria Grevi y Lady Caca. Cachapatrónica recordó los días cuando su amada Lesbigirl la hacía entrar para tener sus famosos encuentros  lésbicos que media Banana Grande sabia. Chupi estaba nervioso y no podía imaginar, pensar, soñar, idealizar, elucubrar, recrear, materializar y todo lo que termine en Ar, como sería su madre.

-aquí es chicuelo, entrad y encontraos con el destino. Ese es el pasillo de camerinos.
-Gracias Cachi, sin ti no hubiese sido posible todo esto. Ojala mi amigo Yonaibel estuviera aquí.
- os aseguro que él se hubiese sentido orgulloso de vuestro logro.

      Y así, nuestros inseparables amigos entraron al pasillo de camerinos. Los dos estaban entusiasmados. Más Chupi porque al fin vera a su madre porque esta historia esta como larga ya.

-vaya, vaya. Miren a quien temeos por estos lados de la laguna. Nada más y nada menos que a Cachapatrónica.- había pronunciado un hombre mayor con aspecto de mujer que llevaba un tutu puesto; en tacones y peluca blanca: Era La Poderosa, el dueño del bar.
-Poderosa, tiempos sin verte mami.-  le replicó Cachapatrónica. – estamos buscando a la protagonista de tu show de esta noche.
-¿a Agripina? Y que se te ofrece con ella si se puede saber.
-es que su hijo vino a buscarla.
-¿su hijo?  Esa marica nunca me dijo que tenía hijos.
-bueno pero lo tiene. ¿Lo dejaras pasar?
- si bueno, pasa. El está en el camerino 7.
- ¿él? – preguntó Chupi con la misma cara de pendejo que debes tener en este momento por haber leído eso. Pero si, Chupi está a punto de descubrir que su verdadera madre es en realidad su padre. Ya Chupi estaba a punto de entrar, cuando de repente escuchó una voz de hombre que le estremeció hasta la última célula plástica de su envoltorio. 

Buscando a la mamá de Chupi VI

VI

-¡marica, pero quien hace tanto escándalo! 

     Dijo un hombre alto, como de cincuenta y tantos años al salir del camerino 7. Al fin, después de tantas luchas agotadoras, horas de calor en el metro, persecuciones en Banana Grande y demás acontecimientos dignos de una novela como esta,  Estaba Chupi en frente de su madre… o padre, o lo que sea que fuese ese ser.

-disculpe, ¿es usted Agripina?- Preguntó Chupi.
-sí, soy yo. ¿Por qué? ¿Te debo algo?
-es que yo soy Chupi, tu hijo. ¿Recuerdas? Pero estoy buscando a mi madre, y tú eres un hombre. No entiendo nada de lo que está pasando.

     Aquel llanto infantil y pasivo de Chupi, hicieron recordarle a aquel hombre que su hijo, su más deliciosa creación, estaba al fin frente a él… o ella.

-Chupi, hijo. Eres tú. ¡Dios mío! Ni siquiera una noche fructífera en el prostíbulo se compara con al felicidad que tengo en este momento. Ven a mis brazos Chupi, ven a mis brazos.
-Madreeee.
-Hijoooo.
-pero ya va madre, explícame eso de que eres hombre. Y por qué me dejaste abandonado en aquella acera.
-ay mijo ¿nunca has visto un transfor?  Y bueno, la historia del por qué te deje allá es un poco larga. Pero tienes q saberla.
 -Ven hijo, sentémonos en este sofá con colchones rosados y lentejuelas para que escuches la terrible historia de tu madre.

      Hace varios días me habían dado la noticia que estaba despedido de mi antiguo trabajo. Y debido a la situación jodida del país no podía quedarme tranquilo. Esperando que viniera cualquier hombre a mantenerme. Por eso decidí buscar trabajo en una famosa empresa de chupi chupis llamada Don Ais. Ahí me trataron muy bien y todo… hasta que se enteraron que yo era de la laguna. Me despidieron cuando encontraron mis neceser secreto y se dieron cuenta que trabajaba también para La Barata. Prometí vengarme de ellos y robarle la fórmula secreta de su exitoso Chupi chupi. A la noche siguiente me disfracé de Agripina, entré y robé la fórmula. Cuando llegue a mi rancho preparé todo para hacer la mezcla, pero la caja donde venia el polvo estaba en colombiano y no entendía. Sin contar que la licuadora la compre donde los chinos, y como el manual estaba en mandarín, no aprendí a usarla.   Lo cierto es que esa noche fue larga y tediosa. Pero al fin, a las seis de la mañana había creado mi primer chupi chupi, el primer paso para crear mi franquicia multinacional de Chupi Chupis 100% criollitos. Fue en ese momento donde agarre la primera bolsa de plástico resistente que tenía a la mano, le eché pega desquiciada y cuando la llené de Colita la metí al congelador, recuerdo que antes de meterte habías abierto tus ojitos y me regalaste la mirada dulce de un bebe Chupi adorable. Prometí que a ti nunca te vendería ni te regalaría pues eras el primer hijo que sentía como mío. Así fue como naciste Chupi, y ahora que lo sabes, ya puedes quedarte aquí conmigo.

-pero madre, o padre, o lo que seas. ¿Cómo es que termine en esa acera, solo y sin memoria?
- ¡ah! Bueno, eso fue porque ayer en la noche me fui a trabajar para la avenida Doralt. Estaba con un cliente y como no me pagó me arreché y me vine de esa mierda, decidí irme a la avenida La Cuna pero me fue igual. Y te tenía en la cartera. Te estaba llevando a una empresa para ver si me apoyaban pero, qué va, me mandaron a hacer algo que no puedo decirte porque estas chiquito. Y bueno, era media noche, andaba sin rial, recién cogida y arrecha. Por eso agarré, te destapé y me bebí la colita. Después te dejé ahí tirado. Pensé  que estabas muerto así que no me preocupe en volver por ti.
-que cruel eres al decirme eso, no te importan mis sentimientos… mi amor por ti que me alimento cada célula de mi bolsita para venir a buscarte. No es justo madre, no es justo.
-bueno ya, deja la mariquera. No te montes la peluca que ya estás aquí. Además, estas vivo y eso es lo que me alegra. Que al fin podremos estar juntos. Hijo, ¿quieres quedarte a vivir aquí conmigo?
-claro madrecita, deseo estar contigo. O ¿tú crees que me cale ese verguero de vainas de gratis?
-bueno hijo, entonces no se diga mas. Cámbiate y arréglate para que veas a tu madre en acción.

      Y así pues, esta conmovedora historia del chupi huérfano llega a su fin.  y todos vivieron maricos, perdón, felices para siempre.

FIN

En Blanco

     Todo esto es porque cuando me siento se me va el alma, se me apaga el corazón y no salen las palabras; mejor dicho, no se transforman en letras.  Están cansadas, supongo. Y no se trata de cansancio físico, se trata del emocional; de ese que le da a la gente cuando lleva veinte años al lado del peor hombre del mundo pero sin embargo lo da todo por amarlo. Por eso, a veces, opto por huir de la escritura. No por cobarde, sino por misericordia. No voy a exigirme el sentarme a escribir cuando siento que ya nada tiene sentido, cuando siento que cada vez se me muere más rápido el tiempo.  Antes me llenaba de cosas que me dejaba la gente, me entregaba a esos amores fugaces que te ilusionan al primer día. Ya no. Desde que decidí amar a mi soledad y vaciar todo lo que he arrastrado me siento indefenso delante de una hoja en blanco. Supongo que antes todo lo que escribía era ajeno, era de ellos y ellas, de esos a quienes les devolví el golpe con mis palabras, o que les llore en dos cuartillas y media. Supongo que antes no escribía cosas mías sino todo lo que me robe de los demás por capricho, por sentirme nadie. Ahora que me libré de eso, me llené de soledad, de paz y de mi mismo; todo parece irse a la mismísima mierda de nuevo. Ahora que siento que no tengo porquerías en el alma, me doy cuenta que no estoy lleno de nada. Solo de malos recuerdos, de citarices estúpidas, de promesas absurdas que una vez creí. Ahora entiendo la clase de basura en que me había convertido. Aun sigo perdiéndome en el blanco.

Frase

"El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma." 

                                                                        Bertolt Brench

El Detalle

El detalle está en que no me llené de rabia, me llené de maldad, que es mucho peor.

20/7/11

Phrases

Los besos que te dan los chicos malos salen más caros cuando te los regalan y huelen a fracaso.

"Anonimo" (Que yo sepa)