15/11/11

Querido Blog



    Comenzaré a escribirte estas palabras no sin antes recordarte que estoy bien, no me ido ni tampoco me han inhabilitado cibernéticamente como a Leopoldo, solo que últimamente he hecho planes para mi tiempo libre. Sé que debes estar molesto porque ya no te dedico tiempo, o que ya no siento amor por ti como antes; si ese el caso, permíteme decirte que te equivocas total y rotundamente. Aún sigo pensando estupideces e inventándome historias para poder volver a ti, pero mis recientes días han estado ocupados por mi nuevo casi empleo (casi, porque no me pagan y puedo dejar de ir si me da la gana) querido Blog, vengo a ti porque solo tú eres el único que recibe mis quejas, mis críticas, mis dolores y mi felicidades. Eres tu el amigo fiel que siempre está ahí presente, al menos que el servicio de internet (malo, por cierto) se vaya o que blogger no le de la regalada ganar de servir.

   Sucede también querido Blog que en la vida uno toma decisiones, y yo tomé la mía hace unos días. No creas que me iré a World express, no, tampoco soy tan de lo último. Solo tú sabes que yo vivo de imaginar, de crear, de inventarme historias donde ocurran esas cosas que siempre quise que me sucedieran. Pero lo cierto es que decidí ocupar mi tiempo libre, me quite esos momentos donde, a veces, me quedaba sin nada que decirte (y lo sabes) ya no puedo dedicarme tanto a mi vida bloggera, pero quiero hacerte saber que no me he ido, no te traicioné con la competencia (¿tienes competencia?) ni tampoco me he puesto a inventar ventiladores con gps o cosas así. Tal vez mas adelante pueda dedicarte más tiempo, mas detalles y ponerte bonito como siempre he querido hacerlo (y nunca logro del todo).


   Te hago saber, antes de que se me olvide, que cuando regrese dispuesto a entregarme a ti te recompensaré con todo lo que desees (si encuentro los complementos o tutoriales para hacerlo claro) y que por ahora solo me queda decirte hasta luego mi viejo amigo. Te dejo allá solito donde siempre has estado, esperando pro alguien que se atreva a leerte y nos descubra y seamos famosos. Bueno, no tanto eso ultimo, pero sí que tengamos más seguidores. Sin más nada a que hacer referencia y recordándote todo mi afecto y dedicación, me despido de ti no sin antes prometerte un nuevo banner y un nuevo fondo. Tenme paciencia y veras que dentro de quien sabe cuánto estarás “bonito pa` la foto”. Se despide de ti tu querido amigo, confidente y licenciado honorífico de la International Academy of blablablá.

21/10/11

La mano izquierda


    Hace dos noches las casas cercanas a la iglesia del pueblo se despertaron de un solo golpe, a eso de las tres de la madrugada. Se había escuchado un grito estruendoso en medio de la noche. Las ventanas de la iglesia estaban opacas por una especie de masa negra, de pelusas y polvo. Todos estaban afuera de las casas esperando por algún valiente que se atreviese a entrar. No se oía nada dentro de la iglesia, solo el susurrar del viento en los arboles. Se respiraba un miedo que te recorría hasta la última vena del cuerpo.

   Todo pasó cuando el cura se levantó de golpe, a eso de las 3 am. Creyó oír como si alguien entrara a la iglesia por la fuerza, tirando las puertas y lanzado todo al suelo. Se levantó con calma y caminó hasta la habitación de Gabriel, el joven monaguillo que vivía con él, y se cercioró de que todo estuviese en orden. Entró a la habitación y lo vio envuelto en sus sabanas. Hacía mucho frio por aquellos días y enrollarse hasta la cabeza no era mala idea.  Gabriel se veía como más grande, más robusto pero el cura no reparó en ello. Fue de regreso a su cama para dormir pero no pudo, un ruido extraño lo molestó de nuevo. Salió corriendo en dirección a la habitación de Gabriel,  al mirarlo constató  que seguía ahí, dormido, tieso y arropado hasta la cabeza. Decidió coger una silla para sentarse en la habitación de Gabriel y esperar a que amaneciera.

   Durante toda la noche se seguían escuchando ruidos, el cura seguía en el mismo sitio, viendo como Gabriel dormía profundamente. Hubo un ruido que fue el peor de todos: una voz gutural, casi demoniaca, pareció haber gritado a las afueras de la habitación.  El cura escuchó cuando alguien lo maldijo. Salió con angustia y vio los reflejos de luces en la pequeña capilla que estaba al final del pasillo. “Son las luces de las velas movidas por el viento”, se dijo, pero pudo más la curiosidad y el miedo que fue en dirección a la capilla, cuando llegó vio a Gabriel colgado del techo. Tenía la garganta cercenada y símbolos raros trazados en su piel. En la pared estaba escrito con sangre la frase “Soy la mano izquierda del señor, la que duerme paciente y silente junto a ti”.

    Al día siguiente el pueblo amaneció consternado. 



Eres promesa


     Mi trabajo es recoger las porquerías que otros dejan, desde aquí veo como salen a la calle tantos jóvenes, tantos sueños nuevos sin ser escritos. Muchos de ellos quieren ser escritores o novelistas, poetas o dramaturgos. Recuerdo cuando tenía esa preciosa edad de los veinte, cuando mi cabeza estaba llena de bombillitos ínfimos pero brillantes, cuando yo era uno de ellos. Ahora tengo 60 años, 20 novelas  sin publicar y tres libros de poesía guardados en una caja. Recuerdo que cuando terminé mi primera novela pensé que sería Best Seller. Semejante imbécil que fuiAquel que crea que ser escritor y tener fama es cuestión de trucos literarios y ocio está siendo el ser mas iluso de todo el universo. Este mundo de las editoriales es cruel, amargo y humillante. Ser escritor no es solamente saber escribir, ni saberte todas las reglas ortográficas habidas y por haber de memoria, ser escritor, novelista, poeta o lo que sueñes ser; es caminar durante toda tu vida por un desierto donde solo pocas veces encontraras agua, y cuando la encuentres será poca. Ser escritor es navegar por desilusiones, rechazos y soportar la apatía del mundo hacia tu arte.

     Desde aquí se les ve la cara de ingenuos a esos pobres muchachos que creen en saltar a la fama de un brinco. Ellos no entienden que esa verdad es la más pura de las mentiras. El precio que pagué durante tanto tiempo fue el más humillante de todos. Para ser grande hay que rebajarse a lo más desconocido, publicando en periodicuchos locales o revistas mediocres de mala calidad que solo leen los cabeza hueca de tu parroquia. Ni siquiera saludando a escritores engreídos que bautizan sus libros logras hacerte un nombre. Siempre te verán cara de hambriento, de mosca carroñera. Da lástima ver como esos jóvenes  consumen sus días en ilusiones estúpidas. Ellos creen que los editores son imbéciles (bueno, algunos sí los son) y van a salir a publicarles sus “historieticas fresas” solo porque fueron escritas por un perdedor rechazado que quiere fama para no sentirse nadie. ¡Por dios! ¿En qué mundo viven? Pensando así  pasan a  formar parte del mismo grupo de carajitos plásticos que creen que hacen poesía con solo articular cuatro babosidades y escribirlas en forma de prosa. La gente es tan estúpida que cree que ser genio es serlo por sí solo. Por eso es que hace veinte años me dediqué al trabajo de mantenimiento. Limpio vidrios, puertas, oficinas y con esto trato de limpiar toda la suciedad que acumulé encima. Ya no tengo bombillitos brillantes, ahora tengo frustraciones, desengaños, amargura, soberbia...

     Eres promesa en la literatura cuando eres joven y  luchas por tu sueño, cuando haces de una chispa un gran incendio que ilumina tu vida, alma y espíritu y así evitas terminar escribiendo folleticos cursis en papel reciclado para Kioskos. Aún así a muchos no los publican. Pero cuando solo eres un viejo amargado y rechazado por la sociedad de editores, como yo,  terminas convirtiéndote en un apestoso limpia mierda que soñaba con ser grande, con ser el mejor escritor de todos. Hace veinte años dejé apagar la chispa…  Cuarenta años escribiendo para nada.




Describirse es muy dificil.


     Hola, que tal. Soy un chico de 24 años, normal, blanco y cabellos amarillos. Ojos azules y labios pequeños. Por si no ven la foto, es que hay gente que “no ve las fotos” y entonces uno tiene que describirse. Estudio lo más básico del mundo, pero no importa, me la estoy comiendo. Soy activo, bueno mas hétero que gay, solo estoy aquí porque me gusta tirar con tipos. Pero ojo, no soy gay ¿ok? Abstenerse loca pasivas o enclosetados, para eso estoy yo. Además, no busco pareja ni sexo expreses, solo conocer amigos  con quien pueda besarme y drenar mis fantasias húmedas. Tengo los pies bien puestos sobre la tierra y por eso estoy aquí buscando a mi media naranja, si ya saben, en una página de internet. Eso es tener pies en la tierra ¿sabían?

     En cuanto a mi soy sincero, me gusta la sinceridad y soy único. Voy al cine, a la montaña y al Ávila. Sí, yo sé que están fascinados con mi descripción. Me molesta la gente plástica ¿saben? O sea los que solo piensan en una cara bonita como la mía. A por cierto, busco alguien lindo. Cero feos. No soy racista pero si eres negro Forget it ok?  Tengo la esperanza de conocer gente  sincera y sana por este medio. Aunque  no lo crean, soy muy cariñoso y alegre.  Espero conocer a alguien que valga la pena. Si me quieres conocer la única manera de hacerlo es haciendo clik en Sí. Describirse es algo muy complicadísimo pero hice el intento. Bye!!

La cuna y el demonio

      Cuenta la leyenda popular que Klara, esa misma noche de la ceremonia,  subió a acostar al bebe en su cuna,  lo dejó arropado y dormido. Estaba a punto de retirarse en silencio, cuando sintió una fría brisa que le erizó los cabellos de la nuca.   Al voltearse, Klara vio como se reunían alrededor de la cuna  los más horrendos y deformes demonios, uno de ellos gritó su nombre e hizo una cruz invertida  con sangre en la frente del bebé. Los otros se reían y vociferaban maldiciones en otros idiomas. Todos comenzaron  a agitar la cuna con tal brusquedad que Klara pensó que el niño se caería. Trató de correr hacia él pero sus piernas fallaron y cayó de rodillas, luego sintió como unos dedos largos y putrefactos le jalaba los cabellos. Una mano cadavérica le sostuvo la mandíbula y  la obligó a ver en dirección a la cuna. Su pequeño bebé yacía en el aire,  con los ojos en blanco y en posición mesiánica. Habló en una lengua extraña cuando dijo que bañaría de sangre cada rincón del mundo. Después un fortísimo trueno y un cegador relámpago el bebé casi cae de cabeza al suelo, pero  Klara logró sujetarlo antes de que cayera.   Estaba atónita y en shock. Sostuvo al bebé por un segundo y cuando vio su frente, la cruz había desaparecido, pero el niño tenía la expresión más torcida de maldad que jamás haya visto.

     Klara gritó y Alois subió de inmediato, vio a Klara en el suelo, con el bebé en brazos. ¿Qué pasó Klara? preguntó Alois. Entre llanto y espasmos solo logró decirle que había visto demonios, pero que todo estaba  bien, que a lo mejor fue una mala jugada de su insomnio.  Rato después el pequeño fue llevado a dormir con sus padres. Klara no sabía si decirle a Alois lo ocurrido, pensó que no le creería y se guardó aquel macabro suceso. A las pocas horas ya todo había pasado y el pequeño Adolf dormía plácidamente como una semilla de la flor maligna más negra que jamás se haya sembrado en los corazones de la humanidad. 





2/9/11

Quédate con tu asiento


     Desde que nuestro “grandioso y eficiente” Metro de caracas se le ocurrió la brillante idea de implementar asientos azules he tenido que replantearme mis valores educativos. Desde hoy NO ME DA LA GANA DE CEDERLE EL ASIENTO  A NADIE (Hablo de los amarillos). Al menos que le falten sus dos brazos, o sea una señora de 900 años de edad. De resto, y aunque me llamen mal educado y demás, no cederé un coño a las malagradecidas que pululan por el metro. Pareciera que los asientos azules hicieron estallar la histeria femenina a niveles absurdos. Hasta sufren de trastornos visuales porque piensan que los amarillos también entran en esa especie de “sucesión diaria”.

     Cuando no te levantas de un asiento para dárselo a una dama eres mal educado; delincuente, antisocial, Satanás en persona, Belcebú, Lucifer, Luzbel y demás sinónimos. En estos días una desubicada de 20 años estaba dolida, pero DOLIDA, indignada, estupefacta, porque no me dio la gana de cederle el asiento. Que de paso, NO ERA AZUL. Mamita, tienes, a lo sumo, 20 años. ¿Ya te consideras vieja? indígnate cuando un hombre de verdad te rechace por puta, no por no darte el asiento. Y no me molesta ni me avergüenza decirlo: No me da la gana de ser cortés con gente marginal.

     Porque siempre pasa igual, le das el asiento a cualquiera de esas carajitas recién desvirgadas y ni gracias te dicen. Te miran con cara de pollo con reumatismo y ni un  gesto de amabilidad te dan. Sin mencionar a las infantiles féminas que se ofenden cuando las llaman “señora” y le cedes el asiento. Eso es el equivalente a una mentada de madre colosal. Aparte de reclamarte por semejante gesto y escupirte en tu ilusa y cochina cara que ellas “no están viejas”, se ofenden por que le dices “señora”. Por dios mija, reacciona, baja a tierra. Tienes 50 años (o 60, o 65) tienes cuatro muchachos: dos putas, un marico y un malandro; estas más usada que la línea uno del Metro y ¿pretendes que te digan señorita? Hay que ser bien fea y bien insoportable  para tener tu edad y ser virgen. Mi sentido pésame. Ya veo que no tuviste la suerte de encontrar un borracho que se despreciara a sí mismo que te hiciera el favor.

     También están las doñas dolidas, las que son capaces de montar una ONG pro mujer y abrir un grupo en Facebook llamado: “Organización Civil Mujeres Honorables”. Ese tipo de mujeres son las que siempre están mal paradas al lado de una mamasita (que siempre, SIEMPRE, debemos cederle el puesto) y cuando llega un caballero (sí mujeres, entérense que si quedan caballeros en el mundo. No se asusten) y les ofrece el asiento a la mamasita, las dinosauricas mujeres comienzan a quejarse en voz alta. Que ellas son más viejas, que sufren de una malformación en la parte blanca del ojo derecho que les impide sentir el aire en la totona y bla bla. También están sus comadres, las que están paradas, porque nadie las ve viejas y empiezan a vociferar lo mismo que las otras: que el mundo necesita educación, que  no tenemos padres y pare usted de contar.

    Yo me cansé de estar haciendo el papel de imbécil al ser educado con la cuerda de bestias con ropa que se montan en el Metro. Me sabe a mierda que me llamen mal educado, poco hombre, desnaturalizado, desalmado, marico triste de mierda etc. NO ME IMPORTA. No me da la gana de darle el asiento a mujeres insoportables y fastidiosas como ustedes, que seguro nunca tuvieron padres y crecieron viendo los programas amarillistas de Venevision. No te daré el asiento a ti, mujer estúpida, que vives en una tremenda quinta pero llevas un grandísimo barrio en tu marginal y repugnante cabeza.

    Y ¿Saben algo SEÑORAS?, Ni siquiera merecen que gaste mis energías en ustedes. Sigan practicando sus mediocres valores sociales. “gente” como ustedes son la justificación del aborto. Yo me cansé. Tengan por seguro que este mal educado no les dará el asiento. Quédense con él, llévenselo como trofeo de su lucha moral y ética contra los maleducados. A ver si así dejan de joderme la paciencia y puedo llegar  estable emocionalmente  a mi destino. Gracias.

14/8/11

El pene ancestral


     Mari Carmen  es una de mis mejores amigas, siempre he pensado que nuestra amistad se debe a  que ella es como yo: escupe la verdad en la cara y sin tapujos. De cariño le digo MariCa. Ella practica Yoga, Tai Chi, “Meditación Astral Femenina” y todas esas cosas que una mujer con masa gris y delirios de grandeza hace (Seamos sinceros  MariCa, sabes que las mujeres, siempre, hechas las pendejas; se creen superior al hombre). Hablamos de vez en cuando, o de cuando en vez, da igual. Lo cierto es que en estos días fuimos a comer a una de estas tienditas medio elegante (¿o medio tierrua?) con nombre italiano. La charla, como era de esperarse, giraba en torno a temas amorosos, pasando por filosofías de gran trascendencia  hasta el descubrimiento de agua en una de las estrellas de la galaxia más lejana a nuestro sol. De cariño he tomado la costumbre de llamar nuestras charlas: “Momentos Discovery”. Pero como nada en esta vida es perfecto, MariCa a veces me provoca infartos. Si hay algo que me provoca un ACV instantáneo es cuando MariCa comienza su faena de  lavado cerebral para que yo entre en su club metafísico. Y eso es lo que hace cada vez que puede (digo puede porque conmigo no tiene mucho chance que se diga)
      Eran alrededor de las nueve o diez de la mañana, hablábamos justamente de qué cosas son la que vemos primero en un hombre. “bueno, depende” dijo ella, “si me lo voy a tirar y ya, le veo el paquete. Si se esconde un tercio debajo del pantalón, ese es”.  Mientras MariCa hablaba, me fijé en cierto espécimen de dotes musculares similares a la receta médica que me recomendaron para mis ratos de sexo: Alto, blanco, cabellos y ojos negros. Con rasgos de asiático y (aparentemente) rasgos de buen status social. “voltea disimuladamente y fíjate en el semidiós del fondo, el del pantaloncito de jeva” le dije a MariCa. “¿eso? ¿Te gusta eso?” me respondió con tono desagradable. “si, ¿Qué tiene? Se le ve una buena artillería desde aquí. Además, me da morbo. Con eso basta”. Casi al instante, y como si hubiese invocado la mentada de madre mas colosal de todos los tiempos, MariCa me recitó, tipo regaño de madre, que: “deberías pensar mas bien en tu evolución espiritual, en tu búsqueda de la paz y la tranquilidad”. Acto seguido: pensamientos violentos inundaron mi mente.

     A todas estas, no le quito su razón. Es cierto, debería buscar mi paz interna o qué sé yo lo que necesite para tener cierto balance en mi vida. Pero no así. Siento que no es la manera de hacerlo. Y aunque MariCa tenga la razón en un cierto porcentaje, lo siento amiga, Pero como yo te quiero mucho, lo siento por ti. Mientras tú estas allá, en tú planisferio inmaterial superior, yo prefiero quedarme  aquí con mi semidiós. Que tal vez nunca llegue a saber de mi existencia, y lo mas seguro es que no le atraigan mis entradas de viejo senil y mi cara de idiota con gripe;  pero mientras sea real tengo la oportunidad de tirármelo, o de al menos intentarlo. Yo me quedo en este plano gozando una bola, sea o no con él. Tú, Si quieres, quédate meditando. A ver si con suerte, algún día, encuentras tú pene ancestral.


P.D: Te sigo queriendo. 

David


     Ese día David se quedó sólo en una esquina del cuarto, repitiendo la misma frase una y otra vez. Se quedó meciéndose sobre sí mismo. Mientras, la niñera veía televisión en la sala.  En medio de aquel susurro de rezos solo lo acompañaba “Pelu”, su osito mecánico de peluche. Pelu estaba programado para ciertas acciones cuando David tuviera recaídas de ansiedad.  Minutos antes David había ido a la biblioteca de su padre, quería hojear de nuevo aquel libro de dibujos que le habían regalado hace días atrás. Pero en su búsqueda halló por error otro libro, uno forrado de piel humana cuya portada era  adornada por una estrella de cinco puntas y, aparentemente, hecha con sangre. Sangre que lucia seca, vieja; maldita. David lo tomó y lo llevó a su cuarto.

    En medio de la noche David escuchó ciertos ruidos en la ventana del cuarto, sombras, vientos que hacían chocar ramas contra el vidrio. David cerró los ojos con fuerza, buscó en el suelo a Pelu  y le presionó la mano para oír su infantil risa seguido de: “aquí estoy para acompañarte”.  Los vientos siguieron una y otra vez, las sombras parecían ir y venir, encogerse y agrandarse. David seguía con los ojos cerrados, una y mil veces más presionaba la mano del peluche, y se volvía a oír “aquí estoy para acompañarte”. Ahora la frase retumbaba en todos los rincones de la casa, parecía un eco seco en toda la habitación. De repente, silencio. Todo estaba aparentemente en calma hasta que, por un segundo, David sintió como unas manos rozaban sus piernas. 

     Aterrado, David corrió hacia la puerta, se atascó  y por momentos no podía abrirla, Pero lo logró. Salió corriendo, gritando sin parar pero… Al llegar a la planta baja se tropezó con el cadáver de la niñera; estaba descuartizado y le habían quitado la piel tajo por tajo hasta dejarla desollada. Pero, más allá, en un rincón de la sala; estaba Pelu, sin pilas y en el lugar de la cabeza solo había relleno.  Arriba del peluche se alzaba una gran estrella de cinco puntas. Se dibujó con la sangre de la niñera.

     Al día siguiente el vecindario amaneció agitado, los policías bordeaban la casa. Cuando llegaron los padres de David se hicieron tantas preguntas… que la respuesta vino por si sola cuando vieron el libro forrado de piel, en el cuarto de David, abierto en las paginas 35 y 36.  Las páginas donde se podía leer un antiguo rezo para un demonio olvidado. Los padres de David, desde ese entonces, guardaron su biblia negra en un cofre debajo de la cama. 

9/8/11

El diario de Liv

      El año de 1943 dio mucho de qué hablar, se había conocido por fin la historia de Liv. Todos los medios de comunicación del país titularon en primera página lo que fue el primer hecho de los días más oscuros de aquella ciudad. Liv vivía con sus padres y su habitación estaba situada detrás de la casa, donde funciona el almacén de la librería de su padre. Liv vivió toda su vida entre aquellas rejas y, según el diario de Liv, nunca se sintió tan sola. Siempre se preguntaba porque nunca pudo jugar con los niños de su edad, o salir a pasear en un día de sol con sus padres. Solo se quedaba ahí, sola y triste, por donde se le escapaban los días sin ninguna otra actividad que escribir en su diario.


      Pero Liv nunca estuvo sola, ella siempre le hablaba de sus padres de Damián, el chico de diez años que le llevaba dulces para que no se sintiera tan sola. También le gustaba jugar a las adivinanzas con Johann y Johanna, los gemelos de la casa de enfrente. José Manuel, que le llevaba juguetes para que no se aburriera y Alison, su primo. Que de vez en cuando se escapaba y entraba al almacén para jugar con Liv. Pero Alison, un día de lluvia, le había dicho a Liv que se cuidara, que en esa casa había un monstro. Liv tuvo mucho miedo por su vida. Más aún cuando después de ese día Alison no regresó a verla. A partir de ese día Liv se quedó sola con Simi, su muñeca.


      Al cabo de unos meses, un lluvioso día de Enero, Liv había sido castigada por sus padres, se quedó sola con Simi a oscuras en el almacén. Liv recordó las palabras de su primo. Pero el miedo pudo más que la cordura y Liv comenzó a gritar. Destrozó las cajas, los libros viejos y todo lo que encontraba a su paso. Detrás del estante más viejo, en la parte más profunda del cuarto, había una escalofriante nota escrita con sangre en la pared que Liv no había visto antes y que decía: “Este es el destino de todos los traidores, esta es la bendición de Satanás”. Justamente debajo de la nota, boca abajo y lleno de moscas, estaba el cadáver de Alison. Los gritos de Liv no cesaron en toda la noche.


      El hecho se supo casi inmediatamente después que la policía levantara el crimen. Todos en la ciudad no dejaban de hablar de Liv. Y sobre todo, de su diario. Sus padres habían hecho creerles a todos sobre sus amigos Damián, Johann, Johanna y Alison. Era algo que todos lo tomaban con normalidad. Lo que no saben es que Liv nació con problemas psicológicos. Desarrollo esquizofrenia a los doce años y debido a sus problemas de conductas vivió confinada al fondo del almacén de la librería. Sus amigos fueron producto de su imaginación y todo lo que contaba en realidad nunca pasó. A pesar de que muchos de ellos pudieron haber existido. Liv inventaba todo de lo que oía decir a sus padres. Damian, de hecho, nació muerto y su mama era la mejor amiga de la mama de Liv. Johann y Johanna no eran gemelos en realidad, su tia había perdido a su primer bebe antes de saber el sexo y por eso Liv lo imagino con ambos sexos. José Manuel fue su hermano menor, pero murió a los tres meses y sus juguetes quedaron abandonados, sin usar. Por eso Liv lo imaginaba con tantos juguetes.


      Lo más triste de todo esto, es que el único que si existía era Alison, pero Liv lo mató el día que este le dijo que había un mostro en ese cuarto. Se referían a Liv y Alison tenía prohibido verla. Liv se sintió tan mal, que mató a Alison y no recordó lo que había hecho. Después de ese día Liv fue trasladada a un hospital psiquiátrico donde murió dos años después. Murió ahorcada y con unos extraños símbolos de tortura en el cuerpo. Hasta ahora nadie sabe cómo se los hizo. Si es que fue ella quien se los hizo.

2/8/11

Etéreo como la noche


      Te veía siempre desde la ventana del bus, todas las noches interminables que me acontecían con el tedio más absoluto, como si de una enfermedad incurable se tratara. Cruzabas la calle siempre a la misma hora: ocho y media, nueve de la noche. Siempre con el paso apurado, buscando tu rumbo. Se me hizo maña que al llegar a la parada, lo primero que hacía era ver la entrada de ese gran edificio marrón de salías. Solía imaginar que un día inundarías la negrura de mis ojos con el verde de los tuyos. Esa fue, a lo mejor, la razón de haber imaginado tantas historias que escribía en el camino. Suponiendo hechos, palabras y anécdotas que jamás llegarán a tener vida.

     Recuerdo cuando un día lluvioso vi tus ojos llenos de tristezas, de angustias. No hace falta ser brujo o psíquico para saber que el verde de tus ojos estaba siendo aniquilado por una inmensa tristeza. Tus labios saboreaban gotas de lluvia y lágrimas. Y como es de costumbre, desde la parada vi como cruzabas la calle, esta vez con angustias. ¿O rabia? Caminabas como huyendo de tu dolor. Aun así, para mí, parecía que brillaras bajo la negrura de esa noche impertinente.  Pensé que nadie tenía derecho de lastimarte, a llenar de lágrimas el verdor de tus ojos inocentes. Pero seguías allí, esperando la señal del semáforo para cruzar y perderte de nuevo hasta la noche siguiente.
    
      Pero todo cambió cuando diste el primer paso. No viste el automóvil (¿o sí?) que venía a toda velocidad por ese lado de la calle. Tus lágrimas cesaron de golpe y tus labios ya no saboreaban la lluvia sino el sucio asfalto de la avenida. Saliste volando a metros de allí, como si quisieras volar al infinito. Ahora no eras tú el que lloraba mientras los curioso comenzaban a juntarse para verte tirado en el suelo, sucio y triste. Supe que habías huido del mundo cuando la sangre se hizo muy notoria. El autobús arrancó y sin quererlo te di la espalda; tal vez de la misma forma en que la vida te la había dado momentos antes. Ya no habrán historias de camino, ya no habrán ojos verdes soñadores. Ya no tendré corazón para olvidarte.

      Ya no veo por la ventana del bus, ya sé que no hay motivos para voltear al edificio marrón de la acera de enfrente. Ahora solo estarán tus ojos en mi recuerdo, sin voz, sin nombre, sin vida. Por un breve instante me sentí egoísta al querer verte de regreso, aunque jamás hubieras notado mi presencia. Pero sería injusto contigo, sería cruel arrebatarte la libertad que ahora ven tus ojos. Ya no imagino historias fantasiosas y cursis, ahora imagino tus ojos en la libertad del infinito. Mientras yo sigo bajo la insoportable mirada de estas noches absurdas tu vuelas libre. Libre y etéreo como la noche.

27/7/11

Me voy al infierno ¿y?

       Hace pocos momentos me tropecé, para mi desgracia, con un discurso “celebre” del actual papa Benedicto XVI. El discurso, aparte de ser la misma vulgaridad escolar típica de las autoridades de la iglesia, tocaba el tema más aburrido y trillado que estos seres pueden tocar. La homosexualidad.

     Según el señor  Ratzinger, todos los que son homosexuales irán al infierno por “practicar la homosexualidad”. Aja, y ahora yo me pregunto, ¿Cómo es eso de practicar la homosexualidad?  ¿Acaso creen que la homosexualidad es algo que se practica como se puede practicar rugby o waterpolo? Me sabe a mierda que cualquier autoridad o católico fanático sin raciocinio coherente se altere al leer esto, porque hoy me dio la gana de agarrar el discurso mediocre y marginal del maricón mayor de roma y pasármelo por… allá donde ustedes ya deben saber.

       Entre otras babosadas que dijo el señor este (y le digo señor por no decir cosas peores) está el hecho de que “no se puede apoyar la cultura gay” y aclaró varias veces (casi al punto de esquizofrenia) que eso incluye ver películas gays, ir a manifestaciones gays, ver páginas web gays, apoyar discursos gays, etc. Al fin tienen propiedad de decir algo, sabemos perfectamente que tanto aborrecen la cultura gay porque es obvio que a mucho de ustedes les gusta y los hace pecar, les excita ver a sus niños sentados en sus entrepiernas mientras meten sus manos debajo de sus interiores y demás cochinadas vistas por todo el mundo a lo largo de la historia.

      También afirmó que “las relaciones homosexuales interfieren en las relaciones del hombre y la mujer” a ver, explíquenme algo, ¿ser gay activa automáticamente la frustración de las parejas heterosexuales? No; entonces no hay que ser un sabio para darse cuenta que eso fue solamente el más rancio de los prejuicios. Ahora me pregunto: ¿hasta qué punto la misma iglesia sataniza todo discurso que vaya en contra de su cuadrada y anticuada moral? Sin contar que jamás he oído un discurso oficial donde se condene el asesinato de personas transgéneros, o la discriminación a las personas especiales. De seguro eso se oirá el día que maten a un cura maricón que se le ocurrió violar a un niño y salga usted, señor Nazinger, a condenar los actos en contra de los suyos. ¿Y los de nosotros que? ¿No somos dignos de respeto por ser abiertamente lo que usted en secreto es?

      La iglesia ha usado el catecismo para marginalizar la cultura de los pueblos, esto es evidente cuando leemos discursos acerca del “pecado” que representa el condón. Señor Nazinger, ¿no se ha paseado usted, por mera cultura general, por las realidades de las sociedades latinoamericanas? ¿No ha hecho usted uso de esa capacidad de raciocinio tan deforme para pensar, aunque sea un poco, que en Latinoamérica eso que plantea es imposible? La iglesia nos margina y nos hunde al más profundo de los huecos de la ignorancia y después pretenden culparnos a nosotros por ello. Por favor, vivimos en una cultura que necesita educación sexual, no discriminación sexual.

      Vivimos en una sociedad donde no se educa a la gente ni se les enseña el control sobre su vida intima. La falta de educación ha hecho que las muchachas de ahora salgan embarazadas de cualquier imbécil que las enamore. Y en estos casos donde la educación es prioridad y responsabilidad única y exclusiva de cada padre (no se puede criticar a ningún gobierno por esto porque ellos no son responsables de educar, pero sí de fomentar los medios para dicho fin) la única vía factible y la que da mejor resultado es la educación sexual y la promoción del uso del condón para las relaciones sanas. No me venga con sus teorías baratas de dios porque no creo que nuestro padre quiera semejante mal para nosotros. Ya suficiente deshonra tiene con que su iglesia este en manos de un ejército de viejas locas reprimidas. Sin contar que la iglesia lanza al celibato a los hombres, privándolos de necesidades naturales y humanas como son las relaciones sexuales. ¿Ustedes mandan a sus padres y cardenales a que se  repriman, y después los condenan por haber cometido actos sexuales? A claro, llegaremos un día a decir que beber agua es pecado y castigaremos a los que no soporten vivir sin ella.

      Las autoridades de la iglesia suelen censurar sin moral. Deberían tomar su censura y su falsa moral y hacerla un rollito y meterlos por allá donde ustedes y yo sabemos que va eso. Deberían acostumbrarse a la idea de que todo en este mundo es debatible. Nada esta decretado como verdad absoluta. Ni si quiera mis humildes argumentos sacados del pensamiento más lógico y básico que cualquier humano tiene. Pero si tengo propiedad de decir que hay cosas que, definitivamente, dan tanto asco que hasta el dueño del burdel más horroroso se horrorizaría al ver los actos que ustedes mismos no han sabido ocultar. Porque hasta para ocultar las cosas son ¡PÉSIMOS! ¿No entendió señor Nazinger? Simple, su discurso es pura basura sin lógica.

    Por eso no me importa ir al infierno señor Nazinger, porque yo sé hasta donde su discurso homofóbico y marginal blasfema acerca de la realidad donde vivimos. Usted puede mandarnos al demonio si quiere, puede juzgar todo aquello que no cabe en su cuadrada y “santa moral”, pero lo que soy yo prefiero vivir sin hacer daño y consciente de mi vida, que estar aplaudiendo discursos fuera de lugar y que solo reflejan la maldad insanas de sus lenguas viperinas y pedófilas. Al menos todo el mundo sabe que soy gay y no ando por ahí vestido con sotana y violando niños inocentes o seduciendo mujeres débiles para después ocultarlo hipócritamente delante de la sociedad. Eso téngalo por seguro.

    Volviendo al tema de la “práctica homosexual” creo que ya entendí. Eso de practicar la homosexualidad es como las felaciones que sus niños les practican mientras la sociedad se hace la tarada y no ve lo que tiene enfrente. ¿No? Claro, así entiendo mejor las cosas. Para despedirme solo diré que si algún día llega a leer esto, señor Nazinger, no espero su respuesta. Simplemente no me importa. 

Sushi para cenar (Epilogo de "Padre he (mos) pecado"



 “Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos:
Es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo.”
Franz Grillparzer

     Para Alejandro, el tono dorado de la habitación le angustiaba; le causaba melancolía. Los rayos de sol dibujaban grandes sombras en la pared, como si fueran demonios que venían a llevárselo por sus culpas. En un sillón de cuero marrón oscuro, al lado de la mesita de la sala, estaba tirada la sotana como un símbolo de que estaba a punto de renunciar a Dios. Los días anteriores a este fueron particulares, Alejandro llamaba “particular” todo aquello que le acontecía en su vida: hasta una servilleta rota en medio de la sala era algo “particular”. Pero todo aquello que era su vida tenía mucho de esas particularidades, todo se desdibujaba a cada segundo. Cuando se levantó esta mañana sintió como la vida le pesaba como una losa gruesa y odiosa de mármol sobre la espalda.  

     Su amor era turbio y lo sabía, su enemigo seria el mundo y eso también lo sabía. Pero esta vez era distinto; los ocres del sol reflejados en su habitación le llenaban el alma de tristezas pasadas, de dudas, de melancolías. Por segundos su calma agonizaba  y su tenue sonrisa se torcía en una mueca de tristeza. En esos momentos, para él, Dios no cabía en esa habitación bañada por el incierto. Lo que si ocupada gran espacio era el recuerdo de ese amor que llegó de repente, en la forma más explosiva y peligrosa que él jamás hubiese imaginado. No llegó como otros: con un leve tropiezo en una calle, o con un gesto de amabilidad que cruza los ojos de los futuros amantes. ¡No!, eso se lo dejaba a las novelas. Alejandro nunca creyó que el amor llegaría y por eso decidió a los 19 ser sacerdote. Ya han pasado diez años y al fin el amor le llegó de golpe. Torciéndole la inocencia de repente, llenándole el alma de la sensación de peligro que solo siente alguien que debe enfrentar su destino y es en contra del mundo. 

     Cuando tenía diez y seis años quería estudiar diseño,  siempre quiso algo que lo relacionara con las imágenes. Siempre tuvo claro dos cosas: que él quería ser el mejor diseñador y que sus padres jamás debían enterarse que era homosexual.  Todo eso cambio el día de la graduación de bachiller y en la fiesta, que fue en casa de Andreina, se pasó de tragos  y terminó en la cama con uno de sus amigos. La vida le cambió cuando sus padres, al enterarse por chismes y cizaña de los demás, le obligaron a tomar el sacerdocio como segunda opción. La primera era un internado en un país ajeno y con gente desconocida. Ese fue el inicio del sepelio del Alejandro que una vez quiso vivir. Se dedicó a enterrar su verdadero ser, a estudiar finanzas sin quererlo. Así pasaron doce años y, un día, en una iglesia cuando estaba recién cambiado de parroquia, conoció a Daniel. La historia ya es conocida.

    Los ocres fueron pasando a naranjas y los naranjas a azules oscuros. Ya la ciudad brillaba con su magia artificial. A Alejandro se le pasa la vida en cada segundo, en cada respiro, en cada pensamiento que iba a ningún lado. Por eso tomó el teléfono, llamó a Daniel y le propuso una cena en el centro comercial.

    Eran, más o menos, las siete y media. El centro comercial quedaba a pocas cuadras y Daniel ya venía en camino. Solo faltaba una sola cosa: vivir. Por eso antes de salir Alejandro tomo su sotana, la dobló y la metió en una bolsa negra. Al llegar a planta todo rastro de pasados confusos y decisiones equivocadas quedaron reducidos a cenizas, metidos en el conteiner de la basura. Subió las escaleras, entró  a su apartamento, tomó las llaves y dejó su pasado abajo, ardiendo en llamas entre la basura donde debió estar desde hace años. Esa noche fue la primera de su nueva vida, de su verdadera vida. Fue la primera de muchas noches que cenaría con un plato se sushi y los besos de Daniel al borde de su boca.

Padre (he) mos pecado III

III
Nervios

“Pero ahora me sonó a cosa mala y llena de pecado.
 Me dio miedo y, sin embargo, ansiaba observar de cerca
Su trabajo maligno.”
James Joyce


    Pues sí, así fue como pasó. Una historia loca y absurda. Pero ya estoy aquí, en la misa. No quería  venir,  pero sentía la necesidad de hacerlo (no sé por qué).  Mientras lo veo ahí, dando la misa, no hago sino pensar en todo lo que pasó (obviamente no voy a estar pendiente de la misa) todo iba de maravilla hasta que de repente, por arte de magia, comenzó  el show, ¿se acuerdan?¿ Donde nos quedamos al principio?: Saúl había entró a la iglesia de la manera más llamativa posible y empezó a gritarle a todo el mundo que él y yo habíamos estado juntos y bla bla bla… habrase visto que ahora estén divulgando mis intimidades en plena iglesia, como si a dios le interesara lo que hago. La gente se alarmó, como era de esperarse, y comenzaron los insultos y los improperios. La suciedad (por no decirle sociedad) tiene la mala costumbre de creer  los chismes como  si fueran leyes universales e inmutables de algo acontecido. O ¿Me van a decir que no? ¿Cuántas veces no hemos estado sujetos a soportar la estupidez-elocuencia de los más interesados en un chisme?

    Saúl pues estaba decido a deleitar a la audiencia con un buen chisme (¡y que chisme!) pero no resulto mucho que se diga: me dijo, muy ingenuamente; “¿y ahora que harás? Ya la gente de la comunidad lo sabe”.  Toda esa hilera de babosadas me las dijo con marcada ironía, y ese fue el peor de sus errores. Para irónico yo, para chocante yo, y para destructor de personalidades YO. Y triste por él, porque si bien es cierto que mande al infierno mi relación por una noche, eso no le da derecho a hacer espectáculos en público.  ¿La gente que se cree? ¿Que yo voy a avergonzarme de mis actos solo porque lo diga en público? ¡Ja!, por favor. Por si su síndrome de estupidez no se lo permitía le recordé lo obvio del asunto: “claro que lo saben, gracias a tu gran bocota…” Me intento hacer sentir mal diciéndome: “¿no te da asco acostarte con un cura?”. A lo que le dije: “si no me daba asco besarte, menos me dará asco esto”.

      Su mirada fue de odio. Calculé que mínimo me quería crucificar en medio de la iglesia por profano.   Sin embargo, para calmar los ánimos mi super cura bajó e intentó aplacar las aguas... Cosa que no logró. El problema fue más allá de todo aquel revuelo momentáneo. Saúl fue a la comisaria y hasta la emisora local (afiliada al gobierno que va en contra de cualquier cosa que sea católica) y la noticia llegó a oídos de organizaciones católicas (estúpidas) que van en contra de todo aquello que está mal (no entienden) y es pecado (que es lo mismo decir: es lo que no les da la gana de tolerar). Al final todo se convirtió en una lucha mediatica. Para mi sorpresa yo le daba fuerzas y, extrañamente, él a mí. Todo se estaba convierto en algo más que una noche.

    Después de tantos días de espectáculo todo había pasado. Sin embargo yo siempre iba a visitarlo a su casa. Ya habíamos decido que hacer, bueno él, yo había asumido que quería quedarme con él. Las cosas ahora irían mejor. Sin contar la fama que nos ganamos gracias a Saúl, todo lo que acontecía fue bonito, hasta perfecto diría yo. El dejó el sacerdocio y resultó ser más interesante de lo que yo esperaba. Cuando se quitó sus preocupaciones de encima comenzó a revelarse más como él mismo y no como el hombre atrapado dentro de sí. Descubrí que tenemos gustos similares: le gusta leer como a mí. También le gustan los cuentos de Kafka, Poe, Brench, Cortazar. Comemos sushi todos los fines de mes. Retomó su trabajo de asesor financiero en la empresa de diseño de su mejor amiga y yo empecé a trabajar. Y lo más importante, aceptó su homosexualidad. Un gran paso, sin duda. Como es lógico, mi abuela no quería ni verlo (ni verme tampoco), pero al final acepto medio a regañadientes y ahora de vez en cuando me visita. Todavía no tenemos planes de vivir juntos. Él tampoco me lo ha propuesto. (Menos mal, tampoco iba a sacrificar mi juventud por alguien así. ¡Menos mi juventud!)

    Esta historia no tiene moraleja, al menos no con una intención marcada y definida por un tipo de pensamiento filosófico o metafísico. Lo que si tiene es sinceridad. Siempre he dicho que dios hace las cosas por algo, siempre obrando de manera misteriosa. (Parezco católico hablando así). Aunque esta historia es corta y se lea en solo minutos, lo que pasó ocurrió durante varios meses. Los cambios verdaderos llegan de repente y solo lo notas cuando ves que la vida está en otro nivel, cuando sientes tu alma en otra parte más iluminada y fresca dentro de ti. Así me siento ahora. Y así se siente él: Sin rencor, sin vergüenza por obrar mal (bueno si, la noche que ocurrió todo no debimos hacerlo en el suelo) y sobre todo, sin temor de lo que pueda pasar. Por eso trato de vivir todos los días como si fuera el último, aunque suene a autoayuda barata.

     Nunca deberíamos tener miedo de hablar, de actuar, de ir en busca de eso que te llena. Sin hacer mal obviamente. La gente debería abrir el corazón a la vida, a los detalles, a las cosas que de verdad llenan el alma. No me refiero a que me llena el alma estar de corruptor de curas, no, hablo de vivir en función a aquello que dios te pone en las manos para que lo uses en tu vida. Hablo de aquello que llaman “satisfacción”. Las mejores historias empiezan de la manera más inconcebible posible. Siempre el destino tendrá un inicio distinto para cada día de tu vida. Aunque siempre veamos el mismo sol, no todos los días brilla igual.  Hay que vivir la vida pero sin cegarnos por la felicidad. Recuerdo que él mismo me dijo: “Si nadas lejos, perderás de vista la arena y cuando no la puedas pisar lo más seguro es que, llegará un momento, en que la necesites”. Cuando recuerdes eso en tu vida entenderás porque a veces la vida se entrelaza de manera extraña, se interpone en tu camino como quien se tropieza una flor hermosa en medio de una tormenta. Lo mejor de todo es que cada día trato de disfrutar  hasta los más mínimos detalles. Porque de estrellas pequeñas y brillantes es que se ilumina  la oscuridad del universo.

Padre (he) mos pecado II

II
EL DELICADO ROCE DE TUS DEDOS

“Yo cometí el delito de inventarte una estrella,
Y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.”

José Ángel Buesa


    Me dio sed y estaba en bóxer, así que la idea de bajar a la cocina no me agradaba mucho. Hacía calor y tenía una leve capa de sudor por todo el cuerpo. Me levanté, y cuando iba a salir vi mi silueta, a oscuras; en el espejo. Siempre me gustó la curva que se forma al terminar mi espalda con mis nalgas. A pesar de no tener cuerpo definido, me gustaba la delicada forma de mi pecho, de mis manos cuando tomaban el contorno de mis muslos. Por eso mi novio era Saúl. Blanco, delicado, ojos verdes y cabello negro. Por esa parte soy el  ser mas plástico que hay sobre la tierra. Pero ese no es el punto…

    Bajé descalzo, la madera del piso estaba fría y me hacía temblar por segundos. Vi la luz de la luna iluminar el camino hacia la cocina. La sed me estaba matando poco a poco. Abrí la nevera y tome la jarra de agua, me arrepentí y tomé la de jugo de naranja. Amo el jugo de naranja. Me desvivo por el jugo de naranja. Desayuno con jugo de naranja, almuerzo con algún refresco, pero ceno con jugo de naranja. Seguí pensando cosas estúpidas y fantasiosas que lo incluían a el y que solo a un insomne como yo se le puede ocurrir…  hasta que escuche una voz dulce que me sacó de mi mundo mental. Era él. “vaya, parece que no soy el único que tiene sed esta noche” me dijo.  Su voz sonaba casi inocente, sin pecado. O era yo que estaba idealizando al pobre mortal que estaba en frente de mí. Estaba en shorts por cierto, como si no fuera suficiente tentación de verlo sin franela. No pude evitar no ver sus piernas, su cuerpo.  (Lógicamente) se dio cuenta. “creo que estás viendo para donde no debes”  Me dijo. Le pregunte  por qué no debía y me dijo “porque no deberías verme con deseo, soy un siervo del señor y eso es pecado.”

    Pecado, pecado, pecado, bla bla bla, ya se iba a esmerar en su discurso moralista. Quien me manda a estar provocando a un padre. De seguro comienza con toda la charlatanería barata de dios y los homosexuales. Si dios odia a los homosexuales, que no se queje. Él lo sabe todo y de seguro sabia que existiríamos. Entonces que no se queje. O ¿no lo sabía todo después de todo?  Si es así, no es tan omnipresente como todos piensan, pero bueno, eso es otro tema.  Antes de que comenzara a balbucear estupideces le dije que no lo veía con deseo, es solamente que algo me atrae en él.  Como si fuera poco todo aquello, muy humilde él me pregunto: “Si no lo sabes, entonces ¿por qué lo haces?”. Por un momento pensé que iba a manipularme, o a escupirme toda su moralidad barata de padre que les hace creer a todos que son perfectos y dignos que el resto de la galaxia, pero no. Sentí que quería excusas para entenderme. Ya la charla estaba aburrida, tanto que hasta sueño me estaba dando.

Le dije que me parecía  raro que estuviésemos hablando en la cocina, yo en bóxer y él en short. Me dijo: “Tienes razón, deberíamos hablar en otro sitio. ¿Qué te parece atrás, en el patio?”. Salimos de la cocina y fuimos al patio. Era ideal para hablar porque estaba techado y solo la parte delantera dejaba un poco de espacio para que entrara la luz de la luna. Yo me senté en el sofá-cama que estaba medio abierto y él en un banco al lado del sofá. Me comenzó a preguntar que por qué era gay, que si había tenido novias o alguna experiencia con una chica. Le dije que no. Le conté que descubrí mi orientación a los doce años, gracias a un amigo y a una circunstancia que no viene al caso. Mientras hablábamos no pude dejar de mirar sus piernas, sus ojos, y sobre todo su boca. Para mi inesperada sorpresa, cuando mire entre sus piernas, vi como tenía su mano derecha metida ahí y parecía acariciarse con cada palabra que le decía. No lo podía creer.  

Del susto solo se me ocurrió preguntarle: “¿Qué haces?”. Creo que fue demasiado estúpida la pregunta, sin embargo lo pregunté  porque  de repente, sin darme cuenta, sentí miedo. Parecía otra persona, otro hombre que no era el que estaba hace horas hablando con tanta humildad… solo me dijo: “Estoy confesándote lo que has querido oír desde hace días.” Ya había entendido todo: todo lo que había visto de él, era solo una ilusión.  Por mucho que lo pienso ahora, no fue ni tan malo; yo me había enamorado de un hombre sexy no humilde. Esa ruptura tan brusca de inocencia no fue nada del otro mundo, ya tenía lo que quería ¿no? le dije: ¿Por qué? Si se supone que eres cura y no deberías”. No me respondió. Solo se quedó fijamente viéndome por unos segundos y después dijo: “Lo que no debería es hacer esto”.

     Lo que vino después fue un beso largo y apasionado. No podía creerlo, no podía reaccionar de todo aquello. Sentí el delicado roce de sus dedos por mis brazos, por mi pecho, por mis piernas. Todo pasó rápido, todo fue confuso. Sentí que aquella noche aburrida se había convertido en algo que, al final, tenía miedo de afrontar. Pero qué carajo, ya estaba hecho. Ya había provocado a aquel hombre por varias horas y era lógico que pasara esto. Y digo lógico porque es evidente que  se dejó seducir. No contaré lo que vino después, no es tú problema; pero si puedo decir es que aquella noche jamás lo olvidaré. Nos prometimos un secreto de confesión esa noche.  Él no se entregaba al señor, se entregaba a mí. Me sentí tan basura por sentir que le robaba algo a dios. Esa noche fue mágica, erótica, desenfrenada y oscura. Hacíamos el amor bajo una noche sin estrellas.  “Padre, tengo algo que confesarle”,  Le dije con el éxtasis ahogándome las venas. ¿Qué será hijo mío?” me dijo susurrándome al oído. Sentí tanta pasión recorrer mis venas que solo llegue a decirle: “Hemos pecado”.

     Pero toda la magia de esa noche oscura terminó de repente. Saúl, mi novio, tenía la mala costumbre de entrar por el único espacio medio ancho del patio. Fue idea mía, lo confieso, pero esa vez no fue agradable. Llegó justo en el momento cuando él y yo estábamos entrando en calorcito otra vez. Su cara fue de una sorpresa poco usual en él que, por lo general, es seco (y hasta he llegado a pensar que ni un orgasmo lo hace sentir).

     No daré detalles porque es fastidioso describir lo que el retardo metal puede hacer en una persona como Saúl, pero lo qué si diré es que a pesar de mi marcado cinismo me sentí la peor basura del mundo. Precisamente por ser así nunca me rodee de muchos amigos, o de gente en quien confiar. Saúl, aparte de ser mi novio desde hace tres años, era mi amigo;  Y por el capricho de un simple cura me di cuenta que había mandado todo a la mierda. 

Padre (he) mos pecado I

I
SANTO CINISMO
“He cometido el peor pecado
Que uno puede cometer. No he sido feliz.”
Jorge Luis Borges


    Y allí estaba  yo otra vez, sentado en el último banco de la iglesia, viendo como daba su misa así, tan tranquilo; como si nada hubiese pasado. A  veces  pienso que dios me castigará por cínico y no por mis pecados carnales. Durante la misa no dejé  de verlo;  tan lindo, tan sereno. Todo era casi perfecto  hasta que apareció Saúl de repente y, en plena misa, se le ocurrió abrir su gran bocota y armar tremendo escándalo.

     Todo viene al caso porque días atrás, cuando salía de hacer un trabajo para la universidad, se me ocurrió la idea de ir a tomarles fotos a los santos de cierta iglesia (la cual no nombrare) que queda cerca de mi casa. Hice lo posible por pasar desapercibido para que no me prohibieran usar la cámara, pero me pillaron.  Estaba justo al frente de la Virgen Dolorosa cuando sentí una mano en mi hombro y una voz que me dijo: “disculpa hijo, pero no puedes usar cámaras en la iglesia”. Está demás decir que no tenia donde correr o meter la cabeza para que no se me notara la vergüenza,  pero me voltee y muy amablemente me iba a disculpar pero no lo hice. No sé qué fue, o como fue, pero lo cierto es que no pude mover media célula de mi cuerpo. Cuando vi quien tenía frente a mí, supe que mi libido no estaba tan muerto como yo pensaba. Era el nuevo cura que había llegado a la parroquia. Bueno eso creo porque jamás lo había visto en la iglesia, de hecho no veía  a nadie ahí porque nunca voy a ese lugar pero ese no es el punto.

     El punto es que en ese instante me quede sumergido en sus ojos color miel y en su boca rosada. Con los 29 años que le calculé era el hombre más sexy y tierno que jamás había visto. Ya sé lo que sintieron Adán y Eva al estar tentados a pecar con los ojos de dios encima de ti.  Después de un breve momento reaccioné, le pedí disculpas e intenté explicarle que las fotos eran para un trabajo de la universidad (cosa que era absolutamente mentira) y con eso pensé que me salvaría de un sermón de esos que siempre se la pasan dando sobre la honestidad, el amor y bla bla bla. Lo cierto es que iba en retirada cuando oí: “si necesitas alguna información puedo dártela,  con gusto te ayudaré”.  Por un momento, y creo que tengo el deber de decirlo, apelé a la honestidad y decirle que “no lo necesitaba y que  gracias”, pero no.  Solo se me ocurrió decir una sola cosa: “si usted se ofrece a ayudarme, créame que no me negaré”. Pensé que después de esa directa mínimo iba a recibir una maldición o que me expulsaría de ahí y me llamaría hereje o qué sé yo, pero no fue así…  ya  a los cinco minutos estaba en su despacho (si es que se le puede decir de esa forma).

      Comenzó a preguntarme que para qué eran las fotos, le inventé que era para una materia llamada Formación Humano Cristiana (que la odio cabe acotar) y tenía que tomarle fotos a los santos para una lamina de la exposición que me tocaba. Me creyó y por un instante pensé que estaba en algún tipo de trance o algo extrasensorial que le impedía captar que todo aquello era una gran mentira. Solo quería estar con él, por alguna razón quise hacerlo y no quería irme. No sin antes darle al menos un beso (muy soñador yo ¿no?).

     La conversación estuvo aburrida los primeros cinco minutos. No le veía sentido estar ahí, esperando a que un cura (nada más y nada menos)me lanzara una señal o me diera la oportunidad de poder hacer algo más. Me sentí hasta mal conmigo mismo y pensé: “Verga Daniel, que de lo último, te quieres tirar al cura. Desgraciado. Dios te dejará sin pipi y serás pasivo toda tu vida por abusador. Además, no eres un niño, olvídate que te hará algo”. Todo eso hasta que al fin me decidí y le dije: “padre, le confieso que estoy aquí porque usted me atrae, su boca me está tentando a pecar y no quiero faltarle el respeto.”  Después, para hacer el paro le agregué: “discúlpeme, pero me voy, no quiero tener problemas”.  Y así fue como salí y no volví a pisar más nunca la iglesia. Bueno, más nunca no, la pise sino a los dos días.

      Eran como las seis de la tarde, mi novio Saúl tenía ya media hora de haberse ido.  Todavía recordaba cada instante que pasé con el cura en el despacho. Tenía ganas de ir a verlo, pero no podría con la vergüenza. Tocaron la puerta, y como mi abuela estaba en misa (es Católica fanática de esas que se asustan con cualquier cosa que no encaje en sus dogmas retrógrados y arcaicos) pensé que era Saúl pero, para mi grandiosa e increíble sorpresa, era el cura de mis fantasías acompañado de mi abuela.  Ella siempre va a esa iglesia y el nuevo cura fue invitado a la cena de bienvenida organizada por la comunidad.  Me sorprendí mucho cuando lo vi, de hecho me sorprendió todo. Durante la cena tenía un motivo para mostrarme amable y servil con el club de chismosas de la cuadra, léase amigas de la iglesia  de mi abuela, pero solo para estar cerca y hablar con él. La noche pasó sin mayores detalles, casi ni me hablaba. Pero como dicen por ahí, las cosas pasan por algo. Pero bueno, sigo:

      La reunión terminó (al fin) y debido a lo segura de mi zona (estoy siendo sarcástico) todo el mundo tenía que irse temprano.  Él, al parecer,  vivía más lejos y  se quedó por petición de mi abuela. Yo, como era de esperarse, eché por la poceta todo rastro e ideología acerca de la moral y las buenas costumbres. Mi abuela le dio el cuarto de huéspedes (que gracias al universo estaba al lado de mi cuarto) y ya, al menos,  estaba más comunicativo. Hablaba con mi abuela y también me incluía en las charlas, pero de manera inocente. Si no me gustara pensaría que es un idiota por tratar de incluirme en sus charlas religiosas que jamás me han interesado. Pero era él, y cualquier excusa era perfecta para sumergirse en sus ojos. Pasado un (buen rato) todos nos fuimos a dormir... Bueno “todos” no, yo me quede despierto dando vueltas en la cama. No hacía sino pensar en cómo olería de cerca, en lo suave de sus labios, en lo retorcido de mi momento sacrílego de la noche.  Definitivamente estaba loco y desquiciado para estar en esas por un padre, por un mortal más que aunque este vestido de negro, sigue siendo un cuerpo que siente, que desea y que estaba ese día por algo en mi casa, al lado de mi cuarto y yo con ganas de ir a visitarlo. Claro, tendría que ser demasiado tarado para cometer semejante estupidez, así que, como todo cobarde, deseché la idea. Me rendí, no haría algo que fuera en contra de mi valores. Creo que, en el fondo, le temo a lo sagrado; A lo que nunca conocí.

Buscando a la mamá de Chupi I

     En una casa de dos pisos, de madera y con una gran ventana con escaleras en caracol, yace en el piso Chupi. Huérfano, sin madre, sin una gota de colita en su ser; el recorrerá toda la ciudad hasta llegar a la bodega donde fue engendrado y encontrar a su madre.

I
    Eran las tres de la tarde de un día caluroso; ya las gotas de sudor empezaban a bajar por su frente cuando, en medio de la confusión, Chupi abrió sus ojos. Abandonado por algún niño hambriento y caluroso, yacía en ese desierto de concreto;  vacio, triste y sin colita congelada que ofrecer. Sin embargo, y luchando contra cualquier destino, contra cualquier heladero cruel y barato de esos que están afuera de los colegios, el aún seguía con fuerzas para levantarse de entre los cadáveres de Cri cri y Papas Rufles que yacían a su lado. Sin embargo, la memoria de chupi había sido absorbida junto con su colita y no recordaba casi nada de nada…  ni de que sabor era. ¡Pobrecito!

-¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? ¿Quién soy? No recuerdo nadita, bendito sea el Don Ais, Necesito saber quién soy, donde está mi madre. O al menos saber de qué nevera fui sacado. 
     Pero el destino le tenía preparada una sorpresa, una carta con la cual podía ir a buscar ese eso que inconscientemente sabia que debía encontrar…

-Chamoooo!!! Un chupi chupi que habla, weon
.y tú ¿Quién eres? 
-ah mucho gusto menol, soy Yonaibel .

     …Chupi había encontrado al que sería su mejor amigo, su guía, su mentor y su más pegajoso e insalubre compañero. El moco tuky Yonaibel.

-Mucho gusto, soy Chupi. ¿Por casualidad sabrás donde es la fábrica de Chupi Chupis? Estoy aquí solo, abandonado y sin colita. Deseo buscar a mi madre.
-Noo menol, tas hablando con el pran vale. Yo tengo el número de un pana que trabaja allá. Si quiere lo llamo y te acompaño a buscar a tu pure. ¿Plomo?

     En la cara plástica y rotulada de Chupi se dibujo una sonrisa de esperanza, un esbozo de felicidad. Al fin, destino cruel parecía sonreírle a este pequeño chupi de cinco bolos. Sus pequeñas y pocas gotas de agua de chorro saborizadas de colita que quedaban en su ser  se llenaron de alegría. 

     Y así, en medio del perreo capitalino, el sucio de las aceras de esta insalubre ciudad y el paso de transeúntes gigantes, Chupi y Yonaibel empezaron el recorrido que cambiará para siempre sus vidas. 

Buscando a la mamá de Chupi II

II
     A dos cuadras más abajo de donde empezó nuestra desdichada y común historia, se encuentra la avenida La Cuna. Paradisiaco lugar en la capital donde converge la más variada fauna de seres extraños y sexualmente activos. A veces, como humanidad, no tomamos en cuenta que debajo de nuestros pies hay otros mundos, otras historias y otros seres luchando contra el destino. El mismo que desde ya se encargaría de conspirar en contra de Chupi y de su misión de encontrar a su madre.

-menol , púyalo polque esto por aquí es bandera y le ronca el guaguancó pero bello ¿oyo?
-¿porque? ¿A qué te refieres?
Y de repente, el destino le jugó una mala pasada… O mala presente, porque eso paso ahí mismo.
-mira moco, tú, dame el teléfono chamo, dame el teléfono.
-por eso te dije púyalo menol, por eso. Aquí roban bandera. Ya va chamo toma, pero no le hagas nada al menolsito ¿sí? Que el pobre se quedo sin vieja y la está buscando, no nos hagan nada. Toma chamo, toma.
-piren de aquí pues, piren de aquí.

     Chupi y Yonaibel estaban a merced del hampa, de la inseguridad microscópica de aquel mundo.  A veces me pregunto, ¿Que sería de ellos si fueran de nuestro tamaño?  Si vivieran aquí entre nosotros. Si tuvieran que agarrar camionetica en la Baralt, o agarrar metro para ir a sus casas. ¿Se imaginan un moco gigante entre nosotros?
-mira menol, de pana dale chola porque hasta el narrador ta burde jeva ahí todo filosófico.

-pero ¿A dónde iremos?
- no se menol, yo tenía el numero de la rata esa que es pana mío en el teléfono chamo, ¿ahora como hacemos?
-no lo sé, pero mira, un afiche.

     Chupi acababa de descubrir que la vida no era tan cruel después de todo. Había visto una revelación, una señal, un destino que seguir. En el teléfono público que tenia al frente estaba pegado un afiche pequeño, discreto, sucio y roto, donde se anunciaba el espectáculo de una mujer que Chupi recordaba perfectamente.
-la recuerdo, la recuerdo. Ella es mi madre.

 -¿tas seguro menol? Si es así muévela bicho que yo sé donde es eso.