29/6/11

Astralmente cabrona



     Laura iba derechito a la oficina de Eduardo cuando se le atravesó la susodicha,  la mirada de arrechera fue, naturalmente, incontenible. Hace unos meses empezó a sospechar que Eduardo y la rubia ridícula de la secretaria tenían algo, su gato encerrado pues. Pero Laura, apelando al raciocinio, no se dejó llevar por cosas banales y al final terminó por no pararle mucho al asunto. Un día la cosa fue a mayores, vio con sus propios ojos las pruebas irrefutables del delito: Eduardo se despedía de la raquítica insípida con un apasionado beso. “Ni a mí me besa tan bien el maricón ese” pensó en aquel momento. Desde ese día Laurita se dedicó a reunir pruebas suficientes para pedirle el divorcio a Eduardo. Y juró hacerlo de la peor manera.

     Volvemos al principio. Laura iba, más o menos, a mitad del pasillo, el escritorio de la rubia oxigenada quedaba exactamente a esa distancia pero Laura ni se percató de eso. Laura iba arrecha, a millón por ese pasillo para escupirle en la cara a Eduardo que era un perro, un idiota mal nacido y cobarde por haberla traicionado con la homínida campesina esa, que ni buen gusto para vestir tiene.  Faltando pocos pasos para llegar, la rubia se le atravesó a Laura.

       -¿A dónde vas tan apurada mijita?” Le dijo la rubia
       - Quítate antes de que me quede todo el oxigeno barato de tu tinte en la mano del coñazo que te voy a lanzar-  le gritó Laura casi al borde la histeria.
      - pero no deberías alterarte mami, el horóscopo dice que hoy nadie debe alterarse y que debemos agradecer lo que nos trae el universo y que eso es designio de los astros. Le dijo.
      - ¿El horóscopo no te ha dicho lo estúpida que eres?, quítate y dime dónde está Eduardo.
      - En la sala- le dijo la Rubia - pero no puedes pasar, solo debes pasar por una emergencia laboral o un accidente grave. 

     Laura prefirió no oír esa parte del balbuceo de la rubia y entró, cuando llegó todos se quedaron atónitos por la entrada de ella:  El jefe de departamento, el gerente de ventas, el secretario de residencia y el mismo presidente que no podían creer aquella escena.

-          ¿y a ti que te pasa Laura?- le preguntó Eduardo.
-          Nada chico, fíjate. Lo  que me falta es que en el horóscopo me salga que soy una cabrona de mierda-  le respondió. 

     Laura lanzó las pruebas en la mesa, Eduardo no podía creerlo e intentó explicarle a Laura todo, y a los demás también, pero Laura no lo dejó   se fue llorando, con rabia contenida en alma por todo aquello, pero antes de irse  le dijo:

-          Por cierto, si te quieres quejar vete a un planetario y quéjate con el universo,  sería el colmo que también me echaras la culpa por ser la güevona que fui contigo.  

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