Ger:
¿Ves? Te lo dije, no son cosas mías, los
pesimistas tenemos una cosmovisión un pelo más real del mundo, sin pasiones imposibles de argumentar. En la carta
de ayer, la que escribí con el alma llena de estrellas y corazones, te dije que no esperaba que todo fuera
perfecto, no esperaba que te volvieras
adicto a mi mirada, o a mis labios, o a mis chistes… y me dijiste (sin saber de
la carta) que no debería ser tan cruel conmigo mismo. ¡Y cuánta razón tienes! Porque
hoy te conocí, y dejé que te metieras en
mi corazón. Aunque sé que yo no estoy en el tuyo.
Supongo que alguien debería venir y golpearme
cientos de veces hasta que entienda que soy un idiota, supongo también que esta
carta será tan patética como una mala canción de pop británico. Pero lo diré,
con toda propiedad, y asumiendo lo que
tenga que asumir:
ME QUEDÉ FLECHADO YO SOLO.
Pero
lo malo de ser flechado es que la herida sangra cuando la flecha cae al
suelo y se rompe, y hoy cuando vi la herida vi tu mirada, y tus ojos no decía
nada, y las promesas de que nada malo pasaría
no dijeron presente esta vez. Y así, de pronto, lo que se había llenado
de estrellas ayer, hoy estaba consumido por un hueco negro. Y hablamos tanto,
como siempre, pero no me mirabas, te reías y no me sentía contigo. Cuando te
despediste todo comenzó a oscurecerse (aquí voy con la maldita cursilería, la
única que puede explicar lo que siento) pero dentro de todo eso, aun por muy
negro que esté sigues estando tan nítido, tan presente.
Pero sigo aquí, haciendo el ridículo,
tratando de sacar todo lo que me está ahogando por dentro, tratando de olvidar
que al final de todo, eres como los demás. Pero ¿qué importa verdad? Tú no eres el que cae mientras te desangras
por amor, porque tu simetría facial y tus ojos encantadores no te dan chance de
sentir la caída, tu hermosura no deja
que comas el polvo que levantas cuando te desplomas. Porque al final siempre
pasará lo mismo, tu seguirás sonriendo y el mundo seguirá sonriendo para ti, y
yo me iré borrando, hasta que algún día seas solo un recuerdo y pueda burlarme
de ti, cuando tenga fuerzas de burlarme de mi nuevamente. Y seguirá muriendo la
vida, y seguiré lamentándome como el niño que sigo siendo. ¿Ves? Te lo dije, no
confío en el mundo porque él no me enseñó a creerle, no íbamos a escribir una
historia de amor porque no era su turno,
me tocaba vivir la película de terror primero para soportar la del drama
después. Te lo dije varias veces y me llamaste tonto, sabía que no eras para mí,
pero quise creerte porque desde hace tanto tiempo no me sentía tan vivo… que
patético soy, lo sé, pero siempre he pensado que no importa cuánto dure la
felicidad, hay que entregarse a ella. Y contigo, aunque fueron solo pocos días
y me ilusioné yo solo, fui feliz.
¿Ves? Te lo dije, no son cosas mías, yo sé
cuando voy a estrellarme, y así es cuando más se disfruta, así es cuando menos dura el
dolor.
21/02/2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario