17/4/10

El Péndulo


   El péndulo desprende sangre seca y dolida. El pequeño poeta ha muerto entre los gusanos de la tierra. Tierra rodeada de cadáveres de niños, porque al fin y al cabo, eres solo eso, un niño.

   Abierta hacia abajo se abre tu tumba, pequeño Poe. El oráculo te guía hasta donde están las almas más afligidas. El temor del hambre perpetua es la cumbre más oscura. El péndulo sigue bailando. Muerto para siempre, las ánimas del purgatorio te velan, día y noche por trece días. Con cada baile del péndulo el dolor se me retuerce en el alma. 

   El péndulo sigue bailando, sigue llorando lagrimas de sangre, lagrimas de hiel que llevaras en tus labios. Pequeño Poe, me dejaste el frío de tus labios ausentes, el regalo perfecto para hacer miserable cualquier alma triste que se lastime de vivir. Ante tu mausoleo he temblado al recordarte. Y como no hacerlo si estuviste allí para quebrar mi confianza y envilecer la voz que a lo lejos se negaba a morir. El péndulo llora al pequeño Poe. 

   Lo llora trece veces en trece vueltas y trece veces más frente a la tumba. Trece rosas negras adornan tu mausoleo y lo castiga con olores de soledad, soledad pintada de eternidad. La sangre ya fue derramada en tu boca, en cantaros de arcilla y oro; ha sido envenenada y ya va de mano en mano, siendo escupida y maldecida. El péndulo llora en sangre y en silencio su amor más amargo. 

   Me duele tu hora de partir. El tiempo, ya viejo, se sienta sobre una roca y, con su voz macabra, se ríe diabólicamente en mi cara. Bendita la hora de tu muerte. Esa es la sucia jugada que me destrozo el alma, y te apartó de mi, salvándome la vida. Ya no seré el esclavo de tu piel, el sediento de tus besos. Todo era mentira mi pequeño Poe, te perdí cuando el tiempo empezó a roernos las entrañas. Te llevaste mi mundo, te llevaste mi rosa azul, te llevaste mis palabras. 

   Y se que volverás cuando este abajo, para encadenarme al suelo y penetrar mi mente. Las trece lunas de tu velorio danzan con el péndulo. Mi pequeño Poe ha muerto entre trece rosas negras, entre trece gotas de sangre. Quédate inmóvil, que ahora puedes descansar en paz.

1 comentario:

Genesis Luna dijo...

Permiteme el atrevimiento de decirte que me dejan fascinada tus escritos.. tienes el don del escritor silente, del poeta sin palabras.. a sido un placer leer los pensamientos que dejas al alcanze de nosotros los cibernautas... por favor continua escribiendo, aqui en venezuela tienes a una ferviente lectora...

Saludos