10/2/11

Es Hora de irme

Lo más seguro es que necesite irme, que necesite guardarme en algún lugar del mundo. Que tenga que alejarme de tanta basura que me rodea, y que me he traído conmigo. Necesito alejarme de aquellos que hablan del amor con la miseria de los que se humillan cuando se entregan, y de los que sufren de egolatría cuando se sienten amados. Hablan como si se sintieran imitaciones de Cristo. Necesito alejarme de mis notas, de mis recuerdos. Si antes escribía cosas horrendas  del amor, ahora siento que puedo escribir cosas peores. Necesito alejarme del desprecio que me causan los rostros de otros, la hediondez de otras bocas que solo emanan azufre disfrazados del color de los besos.  Hay muchos ojos cuyo desprecio ya no es una venganza justa,  es necesario provocar el asco más profundo entre sus sienes, es necesario tomar esa pequeña luz que llevan casi extinta, solitaria y patética, y soplarla con el aliento de la muerte y el veneno de las cobras. Es hora de irme, de regresar a aquel mundo donde la horas más oscuras te envuelven en su mundo de poseías, en su mundo de suicidios. Me encuentro en aquel umbral, donde solo la poca luz ilumina pocos centímetros delante de mí.  Es hora de cruzar los charcos de sangre, sangre de chacales e insectos que apestan en las almas de aquellos ojos retorcidos que quiero olvidar. Que insano el pensamiento que una vez sembró amor en tus ojos, que repugnante aquella voz  tan infame que una vez  se nombro junto a tu nombre. Que hipócrita la mano que acaricio tu pelo. Es hora que me aleje de aquella pasión, aquella pasión ardiente y triste. Es hora que saque todo lo que comí de ti, todo lo que me alimento de ti. Es hora de vomitar tu cabeza podrida y llena de insectos que me sembró el alma de miseria. Hay momentos en donde tocamos fondo, y la percepción del tiempo y el espacio son más intensos. Es ahí cuando el sufrimiento por la existencia se hace mayor, y a medida que intentamos salir, se vuelve más visceral. Es como ahora, desde este momento, me marcho. Lo más seguro es que necesite irme, que necesite olvidar que el amor no tiene higiene, que es sucio, fétido, rastrero y mal sano en manos de aquellos rostros que solo reflejan la grieta de un gran infierno. Es hora de marcharse. Voy a ver en donde demonios y en que parte del camino me olvide de mi mismo.

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