10/2/11

Primero el msn y despues el número de teléfono


Recuerdo cuando al fin tenia internet en mi casa, después de tanto esperar, jalar, rogar y casi casi acosar psicológicamente a mis padres, tuve mi computadora e internet en mi casa. A los pocos días descubrí la magia de la web, sobre todo cuando se esta desesperado por sexo o novios.
Descubrí algo llamado LatinChat.com, y aunque no me gustaba mucho eso de citas a ciegas (y sin saber quien era ni en fotos) me ofrecía tantas opciones, como para no cansarme nunca de entrar. Mi alias era: Dangerous_Tongue, y mi descripción acorde a lo que quería encontrar. Saber promocionarse, es saber atraer gente. Sin importar que después se vayan, los catálogos se hicieron para verlos y escoger. Mis ventanitas de conversaciones siempre eran constantes, algunos clasificaban otros no. Pero lo mejor vino un mes después.
El era de Mérida, pero vivía en Caracas. Se llamaba David, y según su descripción era flaco, alto, cabello medio largo y medio claro. Lo mas cierto de todo eso, es que me caía bien, aunque era medio Nerd, cosa que me encanta de un chamo cuando se trata de fetiche,  no me importo mas nada sino pensar en el y el maratón de sexo que quería regalarle hasta el amanecer. sobre todo que me da morbo sentir que estoy corrompiendo a alguien, que su inocencia me la estoy tragando con cada mamada, con cada pasada de lengua. Imagino que psicológicamente eso no hablara bien de mí, pero ese no es el punto. El me daba morbo y con solo saber su descripción.
Ese mismo día que nos conocimos intercambiamos teléfonos y frases sucias dignas de un largo periodo de celibato impuesto por las circunstancias. Gracias a dios, ya no tendría que temer la llamada del vaticano para ser uno de sus santos. El y yo nos teníamos las mismas ganas de darnos duro. Pasaron diez minutos y me llamo diciéndome: dentro de dos horas estaré allá frente a tu casa. Tengo ganas de hacerte mío. Me excite, me emocione y me imagine lo mas sucio y lo mas enfermo que jamás hubiese pensado hacer, pero no le creí. A todas estas, le di mi dirección pero el jamás había pisado terrenos del oeste, así que dudaba de que pudiera llegar a mi casa. Por muy nerd que pueda llegar a ser, no era fácil ubicarme en territorios de la pobreza y la clase media baja; menos, sabiendo la fama de matadero que tiene el 23 de enero. Imagino que el aprecia su vida, o su teléfono, o su dinero, etcétera. De todas formas, eran las ocho de la noche, tenia sueño y me acosté a dormir.
Eran las diez y media cuando escuche que alguien tocaba el timbre. Me levante medio aguevoniado del sueño que tenia, y cuando me acerque a la puerta, abrí sin querer y recibí un apasionado beso que me llenó media cara de saliva. ¡Sorpresa! Era él.
Eso fue un duro golpe a mi ingenuidad, era alto, si, pero era horrible. Bueno, horrible no, incomodo de mirar. Era una especia de resultado final de laboratorio de experimentos con seres extraterrestres, o algo así. Era asquerosamente baboso, tenia la boca abierta por nacimiento y sus labios siempre estaban relucientes de una brillante saliva incontrolable. De paso, era jorobado y con los dientes espantosa y exageradamente volados hacia afuera. Era simplemente un conjunto mal hecho de uñas sucias, pedazos de dientes comidos por caries y mucho pero mucho acné. Imagino que la pubertad fue inclemente con el (eso) porque su cara estaba marcada por  huecos producto del acné. Al fin de cuentas, el era eso que “solo una madre puede querer”.
Ya estaba adentro, sin permiso, pero lo estaba. El no se iría tan fácilmente. Imagine que me pediría  mi alma, o un pedazo de mi piel para su cara. Pero no. Ya había cometido la semejante estupidez de alborotarle el virgen rechazado que llevaba en su ser. Es que ya entiendo porque tiene 23 años y es virgen. Hay que ser demasiado feo para ser virgen a los 23. Y yo lo siento mucho, pero no iba a ser yo  el elegido para semejante crueldad  de tener meter un pene en ese desagradable y visceral conjunto de estímulos visuales nauseabundos. Quería algo a cambio, pero yo no quería darle ni la hora. Me acoso, me arrincono contra la pared y dijo lo que yo más temía que dijera: “Quiero hacerte mío”.
Pedí perdón por todos mis pecados, prometí hacer votos de castidad pero no funciono, ni tampoco llegaría al extremo. Lo cierto es que no pude  convencerlo de que no pasaría nada, sin embargo solo accedí a su suplica de hacerme el sexo oral. Sentir sus pedazos de huesos dentales (porque decirle dientes es mucha hipocresía de mi parte) en mi pene, lastimándolo, es algo que no olvidare jamás. De hecho ahora uso ese recuerdo  para cuando necesito motivos para vomitar. Diez minutos después, el Objeto en Movimiento No Identificado al fin se fue. Cerré la puerta, me metí en el baño, abrí la ducha y gaste medio pote de detergente líquido para platos mientras me tomaba la media botella de Anís que tenia en la nevera.
Mas nunca confié en LatinChat.com o en alguno de sus derivados, y desde ese día aprendí la importancia de pedir primero el Msn y después el numero.

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