10/2/11

Préstame



     Préstame tus ojos, a ver si puedo lograr entender lo que aun no entiendo. Sácalos, arráncalos poco a poco y cuando estén afuera corta los nervios, deja que la tijera se coma ese delicado tejido que te permiten ver el mundo que te rodea.
      Déjame sentir  las miradas que sientes, permíteme entrar en lo más hondo de ti y recoger la basura que aún guardas con recelo en el fondo de tu alma, no te cierres, solo deja que tus ojos sean míos, que me muestren la clase de porquería que pisas día a día. Déjame ver  tus miedos, tus complejos de monstro. Déjame sentir que siente el asesino cuando mata.
      Dame tus ojos, arráncalos, déjame tenerlos por un día a ver si entiendo porque la vida te ensaña tanto en escupirte la cara. Deja las lágrimas a un lado por una vez en tu patética existencia y regálame tus ojos un día entero. Regálame por un día la sensación de asco que sientes de ti mismo, regálame por lo menos un poco de esa miseria que llevas sembrada en el alma.
      Quiero ver el amor a través de tus ojos, quiero ver ese amor que nadie entiende, que nadie busca, que nadie necesita. Quiero ver y sentir  como el mundo te pisotea y te lanza a lo más hondo de ti. Déjame tocar la luz que hay en tu alma y que aún eres incapaz de ver. Déjame ser ciego por un día, déjame jugar a no saber, a no querer ver, a amar incondicionalmente, a llenarme de miedos cuando me traicionen, a ver el rostro de la miseria cuando se te cruce en la calle y te salude con un beso hipócrita.
      ¿Qué tan fuertes son tu demonios? ¿Qué tanto te ha negado la vida como para bajar la mirada ante el mundo? Yo no veo nada de lo que tú ves, yo no entiendo porque sigues ahí, metido en ese cuarto medio oscuro, con las ventanas arropadas de tristezas y las ganas de vivir destrozadas. No entiendo porque sigues ahí, tragándote la mierda del mundo que no te acepta, oliendo la hedentina de las sonrisas hipócritas, tocando las manos frías del desprecio.
       Préstame tus ojos para ver, préstame el brillo de tus ojos de niño, regálame un poco de ese don de hacer reír, de esa facilidad que tienes para perdonar. Regálame un poco de esa estupidez de perdonar y olvidar para después volver a ser herido. Solo quiero un poco de ti, un poco de tu alma, de tu corazón que aprendió a ser frio, que aprendió a ser odioso, que necesitó tener enemigos y detractores para conocer la humildad que habitaba más allá de su nombre.
      Solo préstame tus ojos un día, solo un día. Quiero hacer como tú y confundir la lastima del mundo con las migajas de amor que crees merecer. Préstame tus ojos, para ver lo despreciable que puedes llegar a sentirte, préstame tus ojos para ver a los mal nacidos que jamás en su vida tendrán el don de reinventarse, de aniquilar sus pestilentes y asquerosas existencias.
      ¿Qué esperas? Préstamelos, quien sabe si así, sin ojos, aprendes a ver tu belleza interna y dejas de lloriquear. Ya estas bastante grandecito  como para andar por ahí pretendiendo ser un carajito mocoso. Préstame tus ojos, quiero ver el rostro de tu familia, de tus hermanos, de esas personas que no llevan tu sangre, pero te llevan en el corazón.

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