2/2/09

Despues de media noche

Mordí sus labios como si quisiera comérmelos, los absorbí intensamente y de repente su cuerpo frágil, blanco, suave, ligero. Lo apretaba más y más contra los botones de mi chaqueta. Sentí como un mareo, abrí los ojos mientras su mejilla rozaba el borde de mi cara, y su lengua se retorcía ansiosa y enferma sobre mi cuello. En ese instante vi. En la pared el espejo que, irónicamente, solo reflejaba mi imagen altanera y arrogante. vi. mis pupilas burlonas, tristes irónicas y repletas de un cinismo casi insano. Solo pude decir: “esta maldita tentación”. Y me beso nuevamente, con más pasión, con más demencia y éxtasis. Levante laminada al cielo y cerré los ojos en medio de un charco de sangre. Me di cuenta en ese momento que había pensado mucho en tonterías.

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