2/2/09

Maldita Peste Negra

No recuerdo bien porque llegue hasta aquí. Pero hay estaba, frente a ti. En un cuarto redondo, un mausoleo gris. Lleno de santos y de vírgenes. Con miradas de odio y de dolor. Los santos vestían de negro, las vírgenes sangraban y con los ojos en blanco te veían. Estabas en frente de mí, triste, hermoso y lleno de dolor. Tenías una vela blanca en tus manos. Y tus ojos, OH!1 tus ojos, hermosos, grandes, redondos, amarrillos como los de un gato. Habían sombras, muchas sombras alrededor. Ellas te golpeaban, te gritaban, te escupían la cara. Porque no me viste? No sentiste mi olor a rosas? El salón se lleno de negro, lo único que alumbraba era tu vela blanca. Y te reías, me veías y te reías, por que te ríes si te están matando? Te quería sacar de allí, pero una sombra se me cruzo y me dijo que no, que no serviría de nada, que eras de ellos, por que? No importa, igual estuve hay contigo. Y volvieron a golpearte, a humillarte, y por fin escuche tu voz. “maldita peste negra”, y vomitaste sangre negra, moscas y serpientes negras. Tu vela se apago, y solo la luz de tus ojos amarillos, grandes y hermosos eran los que me decían que aun estabas hay. Las sombras te seguían golpeando, te humillaron delante de mi, te gritaban y trataron de matarte, pero me interpuse, la daga de oro atravesó mi estomago y no el tuyo. Y caí, a tus pies caí de frente a ti. Me miraste, te seguías riendo y decidí irme. Eso era lo que querías no? Me levante y atravesé el ruido de las sombras, el ángel del silencio calmo el caos. Afuera estaba gris. Llovía y solo espere a verte. Desde afuera solo veía tus ojos, amarillos, grandes y redondos como los de un gato. Me senté en la tumba que estaba al frente del mausoleo, puse mi rosario de plata en la reja, y el brillo no dejo que se abriera la reja. Deje la rosa azul que te quería regalar en el suelo y me fui.

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