27/7/11

Padre (he) mos pecado III

III
Nervios

“Pero ahora me sonó a cosa mala y llena de pecado.
 Me dio miedo y, sin embargo, ansiaba observar de cerca
Su trabajo maligno.”
James Joyce


    Pues sí, así fue como pasó. Una historia loca y absurda. Pero ya estoy aquí, en la misa. No quería  venir,  pero sentía la necesidad de hacerlo (no sé por qué).  Mientras lo veo ahí, dando la misa, no hago sino pensar en todo lo que pasó (obviamente no voy a estar pendiente de la misa) todo iba de maravilla hasta que de repente, por arte de magia, comenzó  el show, ¿se acuerdan?¿ Donde nos quedamos al principio?: Saúl había entró a la iglesia de la manera más llamativa posible y empezó a gritarle a todo el mundo que él y yo habíamos estado juntos y bla bla bla… habrase visto que ahora estén divulgando mis intimidades en plena iglesia, como si a dios le interesara lo que hago. La gente se alarmó, como era de esperarse, y comenzaron los insultos y los improperios. La suciedad (por no decirle sociedad) tiene la mala costumbre de creer  los chismes como  si fueran leyes universales e inmutables de algo acontecido. O ¿Me van a decir que no? ¿Cuántas veces no hemos estado sujetos a soportar la estupidez-elocuencia de los más interesados en un chisme?

    Saúl pues estaba decido a deleitar a la audiencia con un buen chisme (¡y que chisme!) pero no resulto mucho que se diga: me dijo, muy ingenuamente; “¿y ahora que harás? Ya la gente de la comunidad lo sabe”.  Toda esa hilera de babosadas me las dijo con marcada ironía, y ese fue el peor de sus errores. Para irónico yo, para chocante yo, y para destructor de personalidades YO. Y triste por él, porque si bien es cierto que mande al infierno mi relación por una noche, eso no le da derecho a hacer espectáculos en público.  ¿La gente que se cree? ¿Que yo voy a avergonzarme de mis actos solo porque lo diga en público? ¡Ja!, por favor. Por si su síndrome de estupidez no se lo permitía le recordé lo obvio del asunto: “claro que lo saben, gracias a tu gran bocota…” Me intento hacer sentir mal diciéndome: “¿no te da asco acostarte con un cura?”. A lo que le dije: “si no me daba asco besarte, menos me dará asco esto”.

      Su mirada fue de odio. Calculé que mínimo me quería crucificar en medio de la iglesia por profano.   Sin embargo, para calmar los ánimos mi super cura bajó e intentó aplacar las aguas... Cosa que no logró. El problema fue más allá de todo aquel revuelo momentáneo. Saúl fue a la comisaria y hasta la emisora local (afiliada al gobierno que va en contra de cualquier cosa que sea católica) y la noticia llegó a oídos de organizaciones católicas (estúpidas) que van en contra de todo aquello que está mal (no entienden) y es pecado (que es lo mismo decir: es lo que no les da la gana de tolerar). Al final todo se convirtió en una lucha mediatica. Para mi sorpresa yo le daba fuerzas y, extrañamente, él a mí. Todo se estaba convierto en algo más que una noche.

    Después de tantos días de espectáculo todo había pasado. Sin embargo yo siempre iba a visitarlo a su casa. Ya habíamos decido que hacer, bueno él, yo había asumido que quería quedarme con él. Las cosas ahora irían mejor. Sin contar la fama que nos ganamos gracias a Saúl, todo lo que acontecía fue bonito, hasta perfecto diría yo. El dejó el sacerdocio y resultó ser más interesante de lo que yo esperaba. Cuando se quitó sus preocupaciones de encima comenzó a revelarse más como él mismo y no como el hombre atrapado dentro de sí. Descubrí que tenemos gustos similares: le gusta leer como a mí. También le gustan los cuentos de Kafka, Poe, Brench, Cortazar. Comemos sushi todos los fines de mes. Retomó su trabajo de asesor financiero en la empresa de diseño de su mejor amiga y yo empecé a trabajar. Y lo más importante, aceptó su homosexualidad. Un gran paso, sin duda. Como es lógico, mi abuela no quería ni verlo (ni verme tampoco), pero al final acepto medio a regañadientes y ahora de vez en cuando me visita. Todavía no tenemos planes de vivir juntos. Él tampoco me lo ha propuesto. (Menos mal, tampoco iba a sacrificar mi juventud por alguien así. ¡Menos mi juventud!)

    Esta historia no tiene moraleja, al menos no con una intención marcada y definida por un tipo de pensamiento filosófico o metafísico. Lo que si tiene es sinceridad. Siempre he dicho que dios hace las cosas por algo, siempre obrando de manera misteriosa. (Parezco católico hablando así). Aunque esta historia es corta y se lea en solo minutos, lo que pasó ocurrió durante varios meses. Los cambios verdaderos llegan de repente y solo lo notas cuando ves que la vida está en otro nivel, cuando sientes tu alma en otra parte más iluminada y fresca dentro de ti. Así me siento ahora. Y así se siente él: Sin rencor, sin vergüenza por obrar mal (bueno si, la noche que ocurrió todo no debimos hacerlo en el suelo) y sobre todo, sin temor de lo que pueda pasar. Por eso trato de vivir todos los días como si fuera el último, aunque suene a autoayuda barata.

     Nunca deberíamos tener miedo de hablar, de actuar, de ir en busca de eso que te llena. Sin hacer mal obviamente. La gente debería abrir el corazón a la vida, a los detalles, a las cosas que de verdad llenan el alma. No me refiero a que me llena el alma estar de corruptor de curas, no, hablo de vivir en función a aquello que dios te pone en las manos para que lo uses en tu vida. Hablo de aquello que llaman “satisfacción”. Las mejores historias empiezan de la manera más inconcebible posible. Siempre el destino tendrá un inicio distinto para cada día de tu vida. Aunque siempre veamos el mismo sol, no todos los días brilla igual.  Hay que vivir la vida pero sin cegarnos por la felicidad. Recuerdo que él mismo me dijo: “Si nadas lejos, perderás de vista la arena y cuando no la puedas pisar lo más seguro es que, llegará un momento, en que la necesites”. Cuando recuerdes eso en tu vida entenderás porque a veces la vida se entrelaza de manera extraña, se interpone en tu camino como quien se tropieza una flor hermosa en medio de una tormenta. Lo mejor de todo es que cada día trato de disfrutar  hasta los más mínimos detalles. Porque de estrellas pequeñas y brillantes es que se ilumina  la oscuridad del universo.

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