27/7/11

Buscando a la mamá de Chupi I

     En una casa de dos pisos, de madera y con una gran ventana con escaleras en caracol, yace en el piso Chupi. Huérfano, sin madre, sin una gota de colita en su ser; el recorrerá toda la ciudad hasta llegar a la bodega donde fue engendrado y encontrar a su madre.

I
    Eran las tres de la tarde de un día caluroso; ya las gotas de sudor empezaban a bajar por su frente cuando, en medio de la confusión, Chupi abrió sus ojos. Abandonado por algún niño hambriento y caluroso, yacía en ese desierto de concreto;  vacio, triste y sin colita congelada que ofrecer. Sin embargo, y luchando contra cualquier destino, contra cualquier heladero cruel y barato de esos que están afuera de los colegios, el aún seguía con fuerzas para levantarse de entre los cadáveres de Cri cri y Papas Rufles que yacían a su lado. Sin embargo, la memoria de chupi había sido absorbida junto con su colita y no recordaba casi nada de nada…  ni de que sabor era. ¡Pobrecito!

-¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? ¿Quién soy? No recuerdo nadita, bendito sea el Don Ais, Necesito saber quién soy, donde está mi madre. O al menos saber de qué nevera fui sacado. 
     Pero el destino le tenía preparada una sorpresa, una carta con la cual podía ir a buscar ese eso que inconscientemente sabia que debía encontrar…

-Chamoooo!!! Un chupi chupi que habla, weon
.y tú ¿Quién eres? 
-ah mucho gusto menol, soy Yonaibel .

     …Chupi había encontrado al que sería su mejor amigo, su guía, su mentor y su más pegajoso e insalubre compañero. El moco tuky Yonaibel.

-Mucho gusto, soy Chupi. ¿Por casualidad sabrás donde es la fábrica de Chupi Chupis? Estoy aquí solo, abandonado y sin colita. Deseo buscar a mi madre.
-Noo menol, tas hablando con el pran vale. Yo tengo el número de un pana que trabaja allá. Si quiere lo llamo y te acompaño a buscar a tu pure. ¿Plomo?

     En la cara plástica y rotulada de Chupi se dibujo una sonrisa de esperanza, un esbozo de felicidad. Al fin, destino cruel parecía sonreírle a este pequeño chupi de cinco bolos. Sus pequeñas y pocas gotas de agua de chorro saborizadas de colita que quedaban en su ser  se llenaron de alegría. 

     Y así, en medio del perreo capitalino, el sucio de las aceras de esta insalubre ciudad y el paso de transeúntes gigantes, Chupi y Yonaibel empezaron el recorrido que cambiará para siempre sus vidas. 

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